Dracunculosis

La dracunculosis es una enfermedad parasitaria invalidante que está a punto de ser erradicada. En 2020 se notificaron 27 casos humanos.
A partir del momento de la infección, comienza un ciclo de entre 10 y 14 meses al término del cual emerge del cuerpo un gusano maduro.
El parásito se transmite principalmente con la ingestión de agua estancada contaminada con pulgas infectadas.
A mediados de los años 80 la dracunculosis era endémica en 20 países.
La dracunculosis rara vez es mortal, pero las personas infectadas quedan incapacitadas durante semanas o meses. Afecta a personas de comunidades rurales, desfavorecidas y aisladas que para beber dependen principalmente de fuentes superficiales abiertas en que el agua se estanca, como charcas o estanques.

Alcance del problema
Se calcula que a mediados de la década de 1980 había en el mundo 3,5 millones de casos en 20 países, de los que 17 eran africanos y los otros tres asiáticos. El número de casos notificados disminuyó hasta situarse por debajo de 10 000 por primera vez en 2007, cifra que siguió bajando hasta 542 casos (en 2012). En los ocho últimos años, el número de casos humanos se ha mantenido en cifras de dos dígitos (54 en 2019 y 27 en 2020). Estos últimos fueron notificados en 6 países: Angola (1 caso), el Chad (12 casos), Etiopía (11 casos), Malí (1 caso), Sudán del Sur (1 caso) y el Camerún (1 caso, probablemente importado del Chad).

Transmisión, ciclo de vida y periodo de incubación
Aproximadamente un año después de la infección aparece una ampolla muy dolorosa —el 90% de las veces en la parte inferior de la pierna— y uno o varios gusanos emergen por ella causando una intensa sensación de quemazón. Para aliviar el dolor urente, a menudo los pacientes sumergen la parte infectada del cuerpo en agua. En ese momento los gusanos liberan en el agua miles de larvas, que alcanzarán su fase infectiva después de ser ingeridas por pequeños crustáceos o copépodos, también llamados pulgas de agua.

Al beber agua contaminada, las personas ingieren las pulgas de agua infectadas. Estas mueren en el estómago, pero las larvas infectivas son liberadas. A continuación, las larvas atraviesan la pared intestinal y migran por el cuerpo. El gusano hembra fecundado (que mide entre 60 y 100 cm) migra bajo los tejidos de la piel hasta llegar a su punto de salida, por lo general en las extremidades inferiores, donde forma una ampolla o tumefacción por la que finalmente sale al exterior. Desde el momento de la infección hasta la salida del gusano transcurren entre 10 y 14 meses.

Prevención
No existe ninguna vacuna para prevenir la enfermedad ni ningún medicamento para tratarla. Sin embargo, la prevención es posible, y son precisamente las estrategias preventivas las que han conducido a la enfermedad hasta este punto próximo a la erradicación. Las estrategias de prevención incluyen:

intensificar la vigilancia para detectar todo caso humano y todo animal infectado en las 24 horas siguientes a la aparición del gusano;
prevenir la transmisión de cada gusano, procediendo para ello a tratar, limpiar periódicamente y vendar las zonas de piel afectadas hasta que el organismo lo expulse por completo;
prevenir la contaminación del agua de bebida evitando que toda persona infectada o todo animal (perro o gato) infectado con gusanos en proceso de expulsión camine por el agua;
garantizar un mayor acceso a suministros mejorados de agua potable para prevenir la infección;
filtrar el agua de las masas de agua abiertas antes de beber;
implantar medidas de control de vectores mediante el uso del larvicida temefos; y
fomentar la educación sobre salud y los cambios de comportamiento.
Hacia la erradicación
En mayo de 1981, el Comité Directivo interinstitucional encargado de promover la acción cooperativa del Decenio Internacional del Agua Potable y del Saneamiento Ambiental (1981‑1990) propuso la eliminación de la dracunculosis como un indicador de éxito del Decenio. Ese mismo año, la Asamblea Mundial de la Salud, órgano decisorio de la OMS, aprobó una resolución (WHA34.25) en la que reconocía que el Decenio Internacional del Agua Potable y del Saneamiento Ambiental brindaba una oportunidad para eliminar la dracunculosis. Esto llevó a la OMS y a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos a formular la estrategia y las directrices técnicas para una campaña de erradicación.

En 1986, el Centro Carter se sumó a la lucha contra esta enfermedad y, en alianza con la OMS y el UNICEF, ha estado desde entonces en la vanguardia de las actividades de erradicación. Para darle un último impulso, en 2011 la Asamblea Mundial de la Salud exhortó a todos los Estados Miembros en los que la dracunculosis es endémica a que acelerasen la interrupción de la transmisión y reforzaran la vigilancia a nivel nacional para lograr erradicar la enfermedad.

Certificación en los países
Para ser declarados libres de la dracunculosis, los países deben haber notificado una transmisión cero y mantenido una vigilancia activa durante al menos tres años consecutivos.

Tras ese periodo, un equipo de certificación internacional visita el país para evaluar la idoneidad del sistema de vigilancia y examinar los registros de las investigaciones sobre casos sospechosos o animales infectados y las medidas adoptadas a partir de ahí.

Se analizan indicadores tales como el acceso a fuentes mejoradas de agua potable en las zonas afectadas, y se realizan evaluaciones en las aldeas para confirmar la ausencia de transmisión. También se determinan los riesgos de reintroducción de la enfermedad. Por último, se presenta un informe a la Comisión Internacional para la Certificación de la Erradicación de la Dracunculosis (ICCDE) para su examen.

Desde 1995 la ICCDE se ha reunido 15 veces y, siguiendo sus recomendaciones, la OMS ha certificado que 199 países, territorios y zonas (pertenecientes a 187 Estados Miembros) estaban libres de la enfermedad. 

Kenya, donde anteriormente la enfermedad era endémica, fue el último país en obtener tal certificación en febrero de 2018.

Vigilancia continua
La OMS recomienda mantener una vigilancia activa como mínimo durante tres años consecutivos en los países o en las zonas en que se haya interrumpido recientemente la transmisión de la enfermedad. La vigilancia continua es fundamental para asegurar que ningún caso humano o animal infectado pase inadvertido e impedir así que la enfermedad reaparezca.

Como la incubación del gusano dura entre 10 y 14 meses, el hecho de pasar por alto un solo caso de gusano emergido podría retrasar la erradicación un año o más. Hay datos que demuestran que así ocurrió en Etiopía (2008), después de que el programa nacional de erradicación declarara que se había interrumpido la transmisión, y más recientemente en el Chad (2010), donde ha vuelto a haber transmisión después de que el país notificara la ausencia de casos durante casi 10 años.

Se considera que han interrumpido la transmisión los países que notifican que no se ha producido ningún caso durante 14 meses consecutivos. Comienza entonces una fase de precertificación que dura al menos tres años desde el último caso autóctono, durante los cuales debe mantenerse una intensa vigilancia. Incluso después de la certificación, la vigilancia debe continuar mientras no se declare la erradicación mundial.

Desafíos
Localizar y contener los últimos casos y animales infectados restantes son las etapas más difíciles y onerosas del proceso de erradicación, pues esos casos ocurren generalmente en zonas rurales remotas, a menudo inaccesibles.

La inseguridad, y la consecuente falta de acceso a las zonas endémicas, constituye un obstáculo importante, especialmente en los países donde sigue habiendo casos e infecciones en animales.

La infección de perros por Dracunculus medinensis sigue siendo un problema para la campaña mundial de erradicación, sobre todo en el Chad, Etiopía y Malí. Este fenómeno se observó en el Chad en 2012 y desde entonces se siguen detectando en la misma zona de riesgo varios perros con gusanos emergentes genéticamente idénticos a los de los humanos. En 2020, el Chad notificó la infección en 1508 perros y en 63 gatos; Etiopía la notificó en 3 perros, 4 babuinos y 8 gatos; y Malí, en 9 perros.

La transmisión en animales puede interrumpirse reforzando la vigilancia para detectar a todos los animales infectados y contenerlos (atando a los animales infectados, o aunque no lo estén, por prevención), ofreciendo educación sobre salud a los miembros de la comunidad y a los propietarios de animales, y aplicando intervenciones enérgicas e integrales de control de vectores.

Respuesta de la OMS
En respuesta a la dracunculosis, la OMS aboga por la erradicación, proporciona orientación técnica, coordina las actividades de erradicación, hace cumplir las medidas de vigilancia en las zonas libres de la enfermedad y efectúa un seguimiento de los progresos realizados, acompañado de la presentación de los informes correspondientes.

La OMS es la única organización cuyo mandato la faculta para certificar que en un país no hay transmisión de la enfermedad, siguiendo las recomendaciones formuladas por la ICCDE. Actualmente, esta Comisión está integrada por 9 expertos en salud pública. La Comisión se reúne cuando es necesario para determinar la situación de la transmisión en los países que solicitan la certificación de erradicación de la dracunculosis, valorar si procede certificar la ausencia de transmisión de la dracunculosis en un país y formular una recomendación al respecto.

(1) Sudán del Sur formaba parte del Sudán hasta que obtuvo su independencia el 9 de julio de 2011. Hasta entonces, los casos de dracunculosis en Sudán del Sur se notificaban como casos del Sudán; por consiguiente, entre la década de 1980 y 2011 había 20 países en los que la enfermedad era endémica.