Un total de 1,5 millones de personas murieron de tuberculosis en 2020 (entre ellas 214 000 personas con VIH). En todo el mundo, la tuberculosis es la decimotercera causa de muerte y la enfermedad infecciosa más mortífera por detrás de la COVID-19 (por encima del VIH/Sida).
Se estima que en 2020 enfermaron de tuberculosis 9,9 millones de personas en todo el mundo: 5,5 millones de hombres, 3,3 millones de mujeres y 1,1 millones de niños. La tuberculosis está presente en todos los países y grupos de edad. Es curable y prevenible.
En 2020 enfermaron de tuberculosis 1,1 millones de niños en todo el mundo. Los proveedores de salud suelen pasar por alto la tuberculosis infantil y adolescente, que puede ser difícil de diagnosticar y tratar.
En 2020, los 30 países con una carga elevada de tuberculosis representaron el 86% de los nuevos casos de la enfermedad. Ocho países acaparan los dos tercios del total; encabeza esta lista la India, seguida de China, Indonesia, Filipinas, el Pakistán, Nigeria, Bangladesh y Sudáfrica.
A nivel mundial, la incidencia de la tuberculosis está disminuyendo en aproximadamente el 2% anual, y entre 2015 y 2020 la reducción acumulada fue del 11%. Esto supone más de la mitad del camino para lograr el objetivo intermedio de la Estrategia Fin a la Tuberculosis, consistente en alcanzar una reducción del 20% entre 2015 y 2020.
Se estima que entre 2000 y 2020 se salvaron 66 millones de vidas gracias al diagnóstico y el tratamiento de la tuberculosis.
En todo el mundo, cerca de uno de cada dos hogares afectados por la tuberculosis se enfrenta a gastos superiores al 20% de la renta del hogar, según los últimos datos de las encuestas nacionales sobre los gastos de los pacientes asociados a la tuberculosis. En el mundo no se ha alcanzado el objetivo intermedio para el 2020 de que ningún paciente de tuberculosis ni sus familiares se vean confrontados con gastos catastróficos como resultado de la enfermedad.
Para el 2022, se necesitan US$ 13 000 millones anuales para la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la atención de la tuberculosis, a fin de alcanzar el objetivo mundial acordado en la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la tuberculosis de 2018.
La financiación en los países de ingresos bajos y medianos, en los que se dan el 98% de los casos de tuberculosis notificados, es muy inferior a la necesaria. El gasto en 2020 ascendió a US$ 5300 millones, menos de la mitad (41%) del objetivo mundial.
De 2019 a 2020 se produjo una disminución del 8,7% en el gasto (de US$ 5800 millones a US$ 5300 millones), con lo que la financiación de la tuberculosis en 2020 si situó en el nivel de 2016.
Acabar con la epidemia de tuberculosis para 2030 es una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionadas con la salud.
La tuberculosis es causada por Mycobacterium tuberculosis, una bacteria que casi siempre afecta a los pulmones. Se trata de una enfermedad curable y prevenible.
La infección se transmite de persona a persona a través del aire. Cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda o escupe, expulsa bacilos tuberculosos al aire. Basta con que una persona inhale unos pocos de estos bacilos para quedar infectada.
Se calcula que una cuarta parte de la población mundial está infectada por el bacilo de la tuberculosis, lo que significa que dichas personas están infectadas por el bacilo pero (aún) no han enfermado ni pueden transmitir la infección.
Las personas infectadas por el bacilo tuberculoso tienen un riesgo de enfermar de tuberculosis a lo largo de su vida de entre el 5% y el 10%. Las personas inmunodeprimidas, por ejemplo las que viven con el VIH o padecen desnutrición o diabetes, así como los consumidores de tabaco, corren un riesgo mucho mayor de enfermar.
Cuando alguien desarrolla tuberculosis activa, los síntomas (tos, fiebre, sudores nocturnos, pérdida de peso, etc.) pueden ser leves durante muchos meses. Esto puede hacer que la persona afectada tarde en buscar atención médica, con el consiguiente riesgo de que transmita el bacilo a otros sujetos. Una persona con tuberculosis activa puede infectar a lo largo de un año a entre 5 y 15 personas por contacto estrecho. Sin un tratamiento adecuado, morirán en término medio el 45% de las personas VIH-negativas con tuberculosis y la práctica totalidad de las personas VIH-positivas con tuberculosis.
¿Quiénes presentan más riesgos?
La tuberculosis afecta principalmente a los adultos en sus años más productivos. Sin embargo, todos los grupos de edad están en riesgo. Más del 95% de los casos y las muertes se concentran en los países en desarrollo.
Las personas infectadas por el VIH tienen 18 veces más probabilidades de desarrollar tuberculosis activa (véase el apartado «Tuberculosis y VIH» más abajo). Ese riesgo de desarrollar tuberculosis activa también es más elevado en las personas que padecen otros trastornos que dañan el sistema inmunitario. Las personas con desnutrición presentan un riesgo tres veces mayor. A nivel mundial, en 2020 hubo 1,9 millones de nuevos casos de tuberculosis atribuibles a la desnutrición.
El trastorno por consumo de alcohol y el tabaquismo aumentan el riesgo de contraer tuberculosis en un factor de 3,3 y 1,6, respectivamente. En 2020, 0,74 millones de nuevos casos de tuberculosis en todo el mundo fueron atribuibles al trastorno por consumo de alcohol y 0,73 millones al tabaquismo.
Repercusión de la tuberculosis en el mundo
La tuberculosis está presente en el mundo entero. En 2020, el mayor número de nuevos casos de tuberculosis se produjo en la Región de Asia Sudoriental de la OMS, en la que se registraron el 43% de los nuevos casos, seguida de la Región de África de la OMS, con el 25% de los nuevos casos, y la Región del Pacífico Occidental de la OMS, con el 18% de los nuevos casos.
En 2020, el 86% de los nuevos casos de tuberculosis se produjeron en los 30 países con mayor carga de tuberculosis. Ocho países acaparan los dos tercios del total: la India, China, Indonesia, Filipinas, el Pakistán, Nigeria, Bangladesh y Sudáfrica.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas comunes de la tuberculosis pulmonar activa son tos productiva (a veces con sangre en el esputo), dolores torácicos, debilidad, pérdida de peso, fiebre y sudores nocturnos. La OMS recomienda el uso de pruebas rápidas de diagnóstico molecular como prueba diagnóstica inicial en todas las personas con signos y síntomas de tuberculosis, ya que tienen una alta precisión diagnóstica y conducirán a mejoras importantes en la detección precoz de la tuberculosis y la tuberculosis farmacorresistente. Las pruebas rápidas recomendadas por la OMS son Xpert MTB/RIF, Xpert Ultra y Truenat.
El diagnóstico de la tuberculosis multirresistente y otras formas resistentes de la enfermedad (véase el apartado «Tuberculosis multirresistente» más abajo), así como el de la tuberculosis asociada al VIH, puede ser complejo y caro.
La tuberculosis es especialmente difícil de diagnosticar en niños.
Tratamiento
La tuberculosis es una enfermedad que se puede tratar y curar. La tuberculosis activa sensible a los antibióticos se trata con una combinación estándar de cuatro medicamentos que se administra durante seis meses al paciente y debe ir acompañada de la facilitación de información y apoyo por parte de un trabajador de la salud o un voluntario capacitado a tal efecto. Sin ese apoyo, la adhesión al tratamiento es más difícil.
Se calcula que desde 2000 se han salvado 66 millones de vidas gracias al diagnóstico y el tratamiento de la tuberculosis.
Tuberculosis y VIH
Las personas con VIH tienen 18 (intervalo de incertidumbre: 15-21) veces más probabilidades de desarrollar tuberculosis activa que las VIH-negativas.
La combinación de la infección por el VIH con la tuberculosis es letal, ya que una acelera la evolución de la otra. En 2020 fallecieron unas 214 000 personas por tuberculosis asociada al VIH. El porcentaje de casos notificados de tuberculosis para los que se disponía de un resultado documentado de una prueba de VIH en 2020 fue solo del 73%, en comparación con el 70% en 2019. En la Región de África de la OMS, donde la carga de tuberculosis asociada al VIH es la más elevada, el 85% de los pacientes con tuberculosis tenían un resultado documentado de una prueba del VIH. Globalmente, el 88% de los pacientes de tuberculosis con infección conocida por el VIH estaban en tratamiento antirretrovírico en 2020.
Para reducir las muertes, la OMS recomienda adoptar un enfoque basado en 12 componentes de las actividades colaborativas contra la tuberculosis y el VIH, incluidas las medidas de prevención y tratamiento de la infección y la enfermedad.
Tuberculosis multirresistente
Los medicamentos antituberculosos se utilizan desde hace decenios, y la existencia de cepas resistentes a uno o más de esos medicamentos se ha constatado en todos los países estudiados. La farmacorresistencia surge cuando los medicamentos antituberculosos se utilizan de manera inadecuada, debido a una prescripción incorrecta por parte de los proveedores de atención de la salud, a la mala calidad de los medicamentos o a la interrupción prematura del tratamiento por parte de los pacientes.
La tuberculosis multirresistente es una forma de tuberculosis causada por bacterias que no responden a la isoniazida y la rifampicina, los dos medicamentos antituberculosos de primera línea más eficaces. La forma multirresistente se puede tratar y curar con medicamentos de segunda línea. Sin embargo, las opciones de tratamiento de segunda línea son limitadas y requieren quimioterapia de larga duración (hasta dos años de tratamiento) con fármacos caros y tóxicos.
En algunos casos se puede desarrollar una farmacorresistencia más severa. La tuberculosis causada por bacterias que no responden a los medicamentos antituberculosos de segunda línea más eficaces puede dejar a los pacientes sin más opciones de tratamiento.
La tuberculosis multirresistente sigue representando una crisis de salud pública y una amenaza para la seguridad sanitaria. Solo una de cada tres personas con tuberculosis farmacorresistente tuvo acceso al tratamiento en 2020... En todo el mundo, en 2018, la tasa de éxito del tratamiento de los pacientes con tuberculosis multirresistente o resistente a la rifampicina fue del 59%. En 2020, la OMS recomendó un nuevo régimen terapéutico más corto (9-11 meses) y administrado exclusivamente por vía oral para los pacientes con tuberculosis multirresistente. Esta investigación ha demostrado que a los pacientes les resulta más fácil completar el régimen, en comparación con los regímenes más largos que duran hasta 20 meses. La resistencia a las fluoroquinolonas debe excluirse antes del inicio de este tratamiento.
De conformidad con las directrices de la OMS, la detección de la tuberculosis multirresistente o resistente a la rifampicina requiere la confirmación bacteriológica de la tuberculosis y la puesta en evidencia de la farmacorresistencia mediante pruebas moleculares rápidas, métodos de cultivo o tecnologías de secuenciación. El tratamiento consiste en la administración de medicamentos de segunda línea durante un periodo de entre 9 y 20 meses, y ha de ir acompañado de un servicio de asesoramiento y de monitoreo de eventos adversos. La OMS recomienda ampliar el acceso a los tratamientos administrados exclusivamente por vía oral.
A finales de 2020, 65 países empezaron a utilizar tratamientos más cortos contra la tuberculosis multirresistente, y 109 habían empezado a utilizar la bedaquilina con el fin de mejorar la eficacia del tratamiento contra la forma multirresistente de la enfermedad.
Gastos catastróficos
La meta de la Estrategia Fin a la Tuberculosis de la Organización Mundial de la Salud de que ningún paciente de tuberculosis ni sus familiares se vean confrontados con gastos catastróficos como resultado de la enfermedad, que es supervisada por los países y la OMS desde la adopción de la estrategia en virtud de la resolución WHA67.1 en 2015, muestra que en el mundo no se ha alcanzado esa meta intermedia fijada para 2020.
Según los resultados de 23 encuestas nacionales sobre los gastos a los que se enfrentan los pacientes de tuberculosis y sus familias, el porcentaje de gastos catastróficos* oscilaba entre el 13% y el 92%, mientras que el promedio conjunto, ponderado según el número de casos notificados de cada país, era del 47% (IC del 95%: 33%-61%).
*Se consideran catastróficos los gastos totales superiores al 20% de la renta anual del hogar
Inversión en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento y la investigación sobre la tuberculosis
Se necesitan US$ 13 000 millones anuales para la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la atención de la tuberculosis con miras a alcanzar la meta mundial acordada en la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la tuberculosis.
La inversión en la prevención, el diagnóstico y la atención de la tuberculosis en los países de ingresos bajos y medianos, en los que se producen el 98% de los casos de tuberculosis notificados, están muy por debajo de lo necesario. Se dispone de menos de la mitad (41%) de la meta de financiación mundial para la tuberculosis, lo que deja una necesidad de fondos no satisfecha de US$ 7700 millones en 2020 para alcanzar las metas mundiales.
La financiación de la respuesta a la tuberculosis ha caído al nivel de 2016, con un descenso del 8,7% del gasto entre 2019 y 2020 (de US$ 5800 millones a US$ 5300 millones).
De los US$ 5300 millones de financiación para la tuberculosis disponibles en 2020, el 81% procedía de fuentes internas. Los países del grupo BRICS (Brasil, Federación de Rusia, India, China y Sudáfrica) aportaron US$ 2800 millones, lo que supone el 65% del total de la recaudación de fondos a nivel nacional.
En la última década, los donantes internacionales invirtieron anualmente US$ 900 millones en la tuberculosis, el 76% de los cuales provino del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (el Fondo Mundial).
El Gobierno de los Estados Unidos es el mayor contribuyente de fondos al Fondo Mundial y también el mayor donante bilateral. En términos globales, aporta cerca del 50% de la financiación de donantes internacionales para la tuberculosis.
Los datos provisionales relativos a la financiación de la tuberculosis en 2021 indican que las asignaciones para este año siguen siendo insuficientes. Es urgente aumentar la financiación nacional e internacional para la tuberculosis.
En cuanto a la investigación y el desarrollo, según datos de Treatment Action Group, en 2019 se disponía solamente de US$ 900 millones de los US$ 2000 millones anuales necesarios para acelerar el desarrollo de nuevas herramientas, un ámbito para el que se necesitan al menos US$ 1100 millones más al año.
Compromisos mundiales y respuesta de la OMS
El 26 de septiembre de 2018, las Naciones Unidas celebraron su primera reunión de alto nivel sobre la tuberculosis, elevando el debate sobre la situación de la epidemia de tuberculosis y la forma de ponerle fin al nivel de los jefes de Estado y de gobierno. Esta reunión siguió a la primera conferencia ministerial mundial sobre la tuberculosis organizada por la OMS y el Gobierno de la Federación de Rusia en noviembre de 2017. El resultado fue una declaración política acordada por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas, en la que se reafirmaron los compromisos existentes en relación con los ODS y la Estrategia Fin a la Tuberculosis de la OMS y se adquirieron otros nuevos.
La meta 3.3 de los ODS incluye poner fin a la epidemia de tuberculosis para 2030. La Estrategia Fin a la Tuberculosis establece objetivos intermedios (en 2020 y 2025) y metas (en 2030 y 2035) relativos a la reducción de los casos de tuberculosis y las muertes por la enfermedad. Las metas para 2030 son una reducción del 90% en el número de muertes por tuberculosis y una reducción del 80% en la tasa de incidencia de la tuberculosis (nuevos casos por cada 100 000 habitantes por año) en comparación con los niveles de 2015. Los objetivos intermedios para 2020 son una reducción del 35% en el número de muertes por tuberculosis y una reducción del 20% en la tasa de incidencia de la enfermedad. La estrategia también incluye como objetivo intermedio para 2020 que ningún paciente de tuberculosis ni sus familiares se vean confrontados con gastos catastróficos como resultado de la enfermedad.
La declaración política de la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas incluyó cuatro nuevas metas mundiales:
tratar a 40 millones de personas con tuberculosis entre 2018 y 2022;
administrar un tratamiento preventivo a al menos 30 millones de personas con una infección tuberculosa latente entre 2018 y 2022;
movilizar al menos US$ 13 000 millones anuales con el fin de facilitar el acceso universal al diagnóstico, el tratamiento y la atención de la tuberculosis para 2022;
movilizar al menos US$ 2000 millones anuales para la investigación de la tuberculosis.
Tal como se solicitó en la declaración política:
La OMS finalizó y publicó un marco de rendición de cuentas multisectorial para la tuberculosis en 2019. La OMS está apoyando a los países en la adaptación y utilización del marco para traducir los compromisos en acciones y supervisar, comunicar y examinar los progresos con la participación de un liderazgo de alto nivel, de todos los sectores pertinentes, de la sociedad civil y de otras partes interesadas.
En 2020 se elaboró y publicó, con el apoyo de la OMS, un informe del Secretario General de las Naciones Unidas a la Asamblea General acerca de los progresos realizados.
Entre los ejemplos de liderazgo de alto nivel en materia de rendición de cuentas multisectorial cabe citar las iniciativas presidenciales o de jefes de Estado para poner fin a la tuberculosis y los mecanismos formalizados para la participación y la rendición de cuentas de las partes interesadas en la India, Indonesia, el Pakistán, Filipinas y Viet Nam, así como las campañas nacionales para impulsar los progresos, como la «Carrera para poner fin a la tuberculosis».
La OMS está colaborando estrechamente con los países, los asociados y la sociedad civil en la ampliación de la respuesta a la tuberculosis. La OMS lleva a cabo seis funciones básicas para contribuir a la consecución de las metas de la declaración política de la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas, los ODS, la Estrategia Fin a la Tuberculosis y las prioridades estratégicas de la OMS:
Ejercer un liderazgo mundial para poner fin a la tuberculosis mediante la elaboración de estrategias, el compromiso político y multisectorial, el fortalecimiento de la revisión y la rendición de cuentas, la promoción y las alianzas, en particular con la sociedad civil;
Configurar la agenda de investigación e innovación sobre la tuberculosis y estimular la generación, traducción y difusión de conocimientos;
Establecer normas y estándares sobre la prevención y la atención de la tuberculosis y promover y facilitar su aplicación;
Desarrollar y promover opciones normativas éticas y basadas en la evidencia para la prevención y atención de la tuberculosis;
Garantizar la prestación de apoyo técnico especializado a los Estados Miembros y los asociados junto con las oficinas regionales y en los países de la OMS, catalizando el cambio y creando una capacidad sostenible, y
Monitorear e informar sobre la situación de la epidemia de tuberculosis y los avances en la financiación y la aplicación de la respuesta a nivel mundial, regional y nacional.
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