Violencia juvenil

La violencia juvenil encarece enormemente los costos de los servicios sanitarios, sociales y judiciales; reduce la productividad y devalúa los bienes.
Cada año se cometen en todo el mundo 200 000 homicidios entre jóvenes de 10 a 29 años, lo que supone un 43% del total mundial anual de homicidios.
El homicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo de 10 a 29 años de edad, y el 83% de estas víctimas son del sexo masculino.
Por cada joven asesinado, muchos otros sufren lesiones que requieren tratamiento hospitalario.
Según un estudio, entre un 3% y un 24% de las mujeres declaran que su primera experiencia sexual fue forzada.
Cuando las lesiones no son mortales, la violencia juvenil tiene repercusiones graves, que a menudo perduran toda la vida, en el funcionamiento físico, psicológico y social de una persona.
La violencia juvenil es un problema mundial de salud pública. Incluye una serie de actos que van desde la intimidación y las riñas al homicidio, pasando por agresiones sexuales y físicas más graves.
Magnitud del problema
Se calcula que en el mundo se producen 200 000 homicidios anuales entre los jóvenes de 10 a 29 años, por lo que homicidio resulta ser la cuarta causa de muerte en este grupo etario. Las tasas de homicidio entre los jóvenes son muy variables de un país a otro, e incluso en un mismo país. A escala mundial, el 83% de los jóvenes víctimas de homicidio son del sexo masculino, y la mayoría de los homicidas son también varones en todos los países. Las tasas de homicidio juvenil entre las mujeres son muchos más bajas que entre los hombres prácticamente en todas partes. Entre el año 2000 y el 2012, las tasas de homicidio juvenil descendieron en la mayoría de los países, aunque el descenso ha sido mayor en los países de ingresos altos que en los países de ingresos bajos y medianos.

Por cada joven que muere por causas violentas, muchos otros sufren lesiones que requieren tratamiento hospitalario. Los ataques con armas de fuego son mortales con más frecuencia que los puñetazos, patadas y ataques con arma blanca.

La violencia sexual afecta también a un porcentaje considerable de jóvenes. Por ejemplo, entre un 3% y un 24% de las mujeres entrevistadas en el Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica declararon que su primera experiencia sexual fue forzada.

Las riñas físicas y la intimidación son también frecuentes entre los jóvenes. En un estudio realizado en 40 países en desarrollo se mostró que una media del 42% de los niños y del 37% de las niñas estaban expuestos a la intimidación.

Los homicidios y la violencia no mortal entre los jóvenes contribuyen enormemente a la carga mundial de muertes prematuras, lesiones y discapacidad, además de tener repercusiones graves, que a menudo perduran toda la vida, en el funcionamiento psicológico y social de una persona. Ello puede afectar a las familias de las víctimas, sus amigos y comunidades. La violencia juvenil encarece los costos de los servicios sanitarios, sociales y judiciales; reduce la productividad y devalúa los bienes.

Factores de riesgo individuales
déficit de atención, hiperactividad, trastorno de la conducta y otros trastornos conductuales
delincuencia
consumo temprano de alcohol, drogas y tabaco
nivel intelectual bajo y malos resultados académicos
escaso compromiso con la escuela y fracaso escolar
desempleo
exposición a violencia en la familia
Factores de riesgo en las relaciones cercanas (familia, amigos, pareja y compañeros)
escasa vigilancia y supervisión de los hijos por los padres
prácticas disciplinarias de los padres severas, relajadas o incoherentes
vínculos afectivos deficientes entre padres e hijos
escasa participación de los padres en las actividades de los hijos
abuso de sustancias o delincuencia de los padres
depresión de los padres
ingresos familiares bajos
desempleo en la familia
asociación con compañeros delincuentes y/o pertenencia a pandillas
Factores de riesgo en la comunidad y en la sociedad en general
acceso al alcohol y su consumo indebido
acceso a las armas de fuego y su uso indebido
pandillas y tráfico local de drogas ilícitas
gran desigualdad de ingresos
pobreza
calidad de la gobernanza de un país (sus leyes y nivel de aplicación, así como la normativa de educación y protección social)
Prevención
Programas de prevención prometedores:

programas de aptitudes para la vida y desarrollo social concebidos para ayudar a niños y adolescentes a controlar su agresividad, resolver conflictos, y a adquirir las aptitudes sociales necesarias para resolver problemas;
programas de prevención contra la intimidación en las escuelas;
programas para apoyar a los padres y enseñarles competencias parentales positivas;
programas preescolares que inculcan a los niños aptitudes académicas y sociales a una edad temprana;
enfoques terapéuticos para los jóvenes que presentan un riesgo elevado de verse involucrados en actos de violencia;
reducción del acceso al alcohol;
medidas para reducir el uso nocivo de drogas;
restricción de la normativa para la adquisición y autorización de armas de fuego;
formulación de políticas comunitarias orientadas hacia la solución de problemas; y
programas de reducción de las concentraciones de pobreza y mejora del entorno urbano.
Prevenir la violencia juvenil exige un planteamiento integral que aborde los determinantes sociales de la violencia, como la desigualdad de ingresos, los rápidos cambios demográficos y sociales, y el escaso nivel de protección social.

Para reducir las consecuencias inmediatas de la violencia juvenil es fundamental mejorar la atención prehospitalaria y de emergencia, así como el acceso a la atención.

Respuesta de la OMS
La OMS y sus asociados reducen la violencia juvenil mediante iniciativas que contribuyen a detectar, cuantificar y atajar el problema, y entre las que se incluyen las siguientes:

desarrollar un paquete de programas de prevención de la violencia en las escuelas;
poner de relieve la magnitud de la violencia juvenil y la necesidad de prevención;
recopilar datos sobre el alcance y los tipos de violencia en diferentes entornos;
elaborar orientaciones para los Estados Miembros y todos los sectores pertinentes con objeto de prevenir la violencia juvenil y fortalecer las respuestas al problema;
apoyar los esfuerzos de los países para prevenir la violencia juvenil;
colaborar con organismos y organizaciones internacionales para prevenir la violencia juvenil en el ámbito mundial.