Contaminación del aire ambiente (exterior)

a contaminación del aire representa un importante riesgo medioambiental para la salud. Mediante la disminución de los niveles de contaminación del aire los países pueden reducir la carga de morbilidad derivada de accidentes cerebrovasculares, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma.
Cuanto más bajos sean los niveles de contaminación del aire mejor será la salud cardiovascular y respiratoria de la población, tanto a largo como a corto plazo.
La versión actualizada de 2021 de las directrices de la OMS sobre la calidad del aire ofrece una evaluación de los efectos de la contaminación del aire para la salud, así como de los niveles de contaminación que resultan perjudiciales para esta.
En 2019, el 99% de la población mundial vivía en lugares donde no se respetaban las directrices de la OMS sobre la calidad del aire.
Según estimaciones de 2016, la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año 4,2 millones de defunciones prematuras.
Un 91% de esas defunciones prematuras se producen en países de bajos y medianos ingresos, y las mayores tasas de morbilidad se registran en las regiones de Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental de la OMS.
La adopción de políticas e inversiones de apoyo al uso de medios de transporte menos contaminantes, la mejora de la eficiencia energética de las viviendas, la generación eléctrica y la industria, y una mejor gestión de los desechos municipales permitirían reducir algunas de las principales fuentes de contaminación del aire en las ciudades.
Además de la contaminación del aire exterior, el humo en interiores representa un grave riesgo sanitario para unos 2600 millones de personas que cocinan y calientan sus hogares con combustibles de biomasa y carbón.
Contexto general

La contaminación del aire representa un importante riesgo medioambiental para la salud, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.

Según estimaciones de 2016, la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año 4,2 millones de muertes prematuras; esta mortalidad se debe a la exposición a materia particulada de 2,5 micrones o menos de diámetro (PM2.5), que puede causar enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como cáncer. 

Las personas que viven en países de ingresos bajos y medianos soportan de forma desproporcionada la carga que supone la contaminación del aire exterior: el 91% de los 4,2 millones de muertes prematuras por esta causa se producen en países de ingresos bajos y medianos, principalmente de las Regiones de Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental de la OMS. Las últimas estimaciones de la carga de morbilidad reflejan el importantísimo papel que desempeña la contaminación del aire en las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad derivada. Cada vez hay más pruebas que demuestran los vínculos que existen entre la contaminación del aire ambiente y el riesgo de enfermedad cardiovascular, incluidos algunos estudios realizados en zonas muy contaminadas. 

La OMS estima que aproximadamente el 58% de las muertes prematuras relacionadas con la contaminación atmosférica que se produjeron en 2016 se debieron a cardiopatías isquémicas y accidentes cerebrovasculares, mientras que el 18% de las muertes se debieron a enfermedades pulmonares obstructivas crónicas e infecciones respiratorias agudas, y el 6% de las muertes se debieron al cáncer de pulmón. 

Algunas muertes pueden atribuirse a más de un factor de riesgo. Por ejemplo, tanto el consumo de tabaco como la contaminación del aire ambiente pueden provocar cáncer de pulmón. Algunas de las muertes por cáncer de pulmón podrían haberse evitado con la mejora de la calidad del aire ambiente o con la reducción del consumo de tabaco. 

Una evaluación del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS, realizada en 2013, determinó que la contaminación del aire exterior es carcinógena para el ser humano, y que la materia particulada presente en el aire contaminado está estrechamente relacionada con la creciente incidencia del cáncer, en especial el cáncer de pulmón. También se ha observado una relación entre la contaminación del aire exterior y el aumento del cáncer de vías urinarias y vejiga. 

Es fundamental abordar todos los factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles —entre ellos la contaminación del aire— para proteger la salud pública. 

La mayoría de las fuentes de contaminación del aire exterior están más allá del control de las personas, y requieren la adopción de medidas por parte de las ciudades, así como de las instancias normativas nacionales e internacionales en sectores tales como el transporte, la gestión de residuos energéticos, la construcción y la agricultura. 

Existen numerosos ejemplos de políticas en los sectores del transporte, la planificación urbana, la generación de electricidad y la industria que han obtenido buenos resultados en la reducción de la contaminación del aire: 

Industria: utilización de tecnologías limpias que reduzcan las emisiones de las chimeneas industriales; gestión mejorada de desechos urbanos y agrícolas, incluida la recuperación del gas metano de los vertederos como una alternativa a la incineración (para utilizarlo como biogás). 

Energía: garantizar el acceso a soluciones asequibles de energía doméstica limpia para cocinar, calentar y alumbrar. 

Transporte: adopción de métodos limpios de generación de electricidad; priorización del transporte urbano rápido, las sendas peatonales y los carriles para bicicletas en las ciudades, así como el transporte interurbano de cargas y pasajeros por ferrocarril; utilización de vehículos pesados de motor diésel más limpios y vehículos y combustibles de bajas emisiones, especialmente combustibles con bajo contenido de azufre. 

Planificación urbana: mejoramiento de la eficiencia energética de los edificios y concentración de las ciudades para lograr una mayor eficiencia. 

Generación de electricidad: aumento del uso de combustibles de bajas emisiones y fuentes de energía renovable sin combustión (solar, eólica o hidroeléctrica); generación conjunta de calor y electricidad; y generación distribuida de energía (por ejemplo, generación de electricidad mediante redes pequeñas y paneles solares). 

Gestión de desechos municipales y agrícolas: estrategias de reducción, separación, reciclado y reutilización o reelaboración de desechos; métodos mejorados de gestión biológica de desechos, tales como la digestión anaeróbica para producir biogás, que constituyen alternativas viables y de bajo coste a la incineración de desechos sólidos (cuando no se pueda evitar la incineración, será crucial la utilización de tecnologías de combustión con rigurosos controles de emisión). 

Además de la contaminación del aire exterior, el humo en interiores representa un grave riesgo para la salud de alrededor de 2600 millones de personas que cocinan y calientan sus hogares con combustibles de biomasa y carbón. Cerca de 3,8 millones de muertes prematuras ocurridas en 2016 eran atribuibles a la contaminación del aire en los hogares. Casi todas se produjeron en países de ingresos bajos y medianos. La contaminación del aire doméstico es también una fuente importante de contaminación del aire exterior, tanto en las zonas urbanas como en las rurales, y puede llegar a suponer el 50% de la contaminación en algunas regiones del mundo. 

Las directrices de la OMS sobre la calidad del aire ofrecen orientaciones a escala mundial sobre los umbrales y límites de los contaminantes atmosféricos clave que entrañan riesgos para la salud.

Las directrices son de aplicación en todo el mundo y se basan en una evaluación efectuada por expertos de las pruebas científicas actualmente disponibles sobre: 

la materia particulada;
el ozono (O3); 
el dióxido de nitrógeno NO2); y
el dióxido de azufre (SO2).
Las directrices también incluyen recomendaciones sobre las prácticas adecuadas desde el punto de vista cualitativo en relación con el carbón negro/elemental, las partículas ultrafinas (<=1um) y las partículas derivadas de las tormentas de arena y polvo. 

Materia particulada (PM)
Definición y fuentes principales 
La materia particulada es un indicador común de la contaminación del aire. Afecta a más personas que ningún otro contaminante. Los principales componentes de la materia particulada son los sulfatos, los nitratos, el amoníaco, el cloruro de sodio, el hollín, los polvos minerales y el agua. Consiste en una compleja mezcla de partículas sólidas y líquidas de sustancias orgánicas e inorgánicas suspendidas en el aire. Las partículas con un diámetro de 10 micrones o menos (≤ PM10) pueden penetrar y alojarse profundamente en los pulmones, aunque las partículas que tienen un diámetro de 2,5 micrones o menos (≤ PM2.5) resultan aún más dañinas para la salud. La PM2.5 puede atravesar la barrera pulmonar y entrar en el sistema sanguíneo. La exposición crónica a materia particulada contribuye al riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como cáncer de pulmón. 

Por lo general, las mediciones de la calidad del aire informan de las concentraciones medias diarias o anuales de partículas PM10 por metro cúbico (m3) de aire. Las mediciones sistemáticas de la calidad del aire expresan las concentraciones de materia particulada en microgramos (μ)/m3. Cuando se dispone de instrumentos de medición suficientemente sensibles, se notifican también las concentraciones de partículas finas (PM2.5 o más pequeñas). 

Efectos sobre la salud 
Existe una estrecha correlación cuantitativa entre la exposición a altas concentraciones de materia particulada (PM10 y PM2.5) y el aumento de la mortalidad o morbilidad diaria y a largo plazo. A la inversa, cuando se reducen las concentraciones de materia particulada gruesa y fina, la mortalidad conexa también desciende, en el supuesto de que los demás factores se mantengan sin cambios. Sobre esta base, las instancias normativas pueden efectuar proyecciones de la mejora de la salud de la población que cabe esperar como resultado de la reducción de la contaminación del aire con materia particulada. 

La contaminación con materia particulada conlleva efectos sobre la salud incluso en concentraciones muy bajas; de hecho, no se ha podido identificar ningún umbral por debajo del cual no se hayan observado daños para la salud. Por consiguiente, los límites que establecen las directrices de 2005 de la OMS persiguen lograr las concentraciones más bajas posibles de materia particulada. 

Valores de las directrices de la OMS sobre la calidad del aire
Materia particulada 
Valores fijados por las directrices 

Materia particulada fina (PM2.5) 
5 μg/m3 de media anual

15 μg/ m3 de media diaria 

Materia particulada gruesa (PM10) 
15 μg/ m3 de media anual

45 μg/m3 24 de media diaria

Además de estos valores, las directrices de la OMS sobre la calidad del aire establecen también metas intermedias para las concentraciones de PM10 y PM2.5, con el fin de promover una reducción gradual desde concentraciones altas a otras más bajas. 

Alcanzar esas metas intermedias conllevaría reducciones importantes en los riesgos de padecer enfermedades agudas y crónicas derivadas de la contaminación del aire. No obstante, el objetivo último debería ser alcanzar los valores fijados por las directrices. 

La materia particulada tiene repercusiones sobre la salud en los niveles de exposición que actualmente experimentan muchas personas, tanto en zonas urbanas como rurales, y tanto en países desarrollados como en países en desarrollo; no obstante, la exposición acostumbra a ser mucho más alta en las ciudades que registran actualmente un rápido desarrollo que en las ciudades desarrolladas de tamaño comparable. 

En los países de ingresos bajos y medianos, la exposición a contaminantes en el interior y alrededor de las viviendas como consecuencia del uso de combustibles en estufas abiertas o cocinas tradicionales incrementa el riesgo de infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores, así como de cardiopatía, neumopatía obstructiva crónica y cáncer de pulmón. 

La exposición a la materia particulada no es la única que plantea un grave riesgo para la salud; ocurre lo mismo con la exposición al ozono (O3), al dióxido de nitrógeno (NO2) y al dióxido de azufre (SO2). Igual en el caso de la materia particulada, las concentraciones más elevadas suelen encontrarse en las zonas urbanas de los países de ingresos bajos y medianos. El ozono es un importante factor de mortalidad y morbilidad por asma, mientras que el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre pueden ir asociados a casos de asma, síntomas bronquiales, alveolitis e insuficiencia respiratoria. 

Ozono (O3) 
Valores fijados por las directrices 

O3

100 μg/m3, máximo diario de periodos de 8 horas* 

60 μg/m3, promedio de periodos de 8 horas, temporada máxima** 

* Percentil 99 (es decir, 3-4 días de superación por año) 

** La temporada máxima se define por la media de concentraciones máximas diarias de O3 en periodos de 8 horas durante los seis meses consecutivos con el promedio móvil más alto. 

Definición y fuentes principales 
El ozono a nivel del suelo ―que no debe confundirse con la capa de ozono en la atmósfera superior― es uno de los principales componentes de la niebla fotoquímica, que se forma como resultado de la reacción fotoquímica entre la luz solar y contaminantes como los óxidos de nitrógeno (NOx) procedentes de las emisiones de vehículos o la industria y los compuestos orgánicos volátiles (COV) emitidos por los vehículos, los disolventes y la industria. Los niveles de ozono más elevados se registran durante los periodos de tiempo soleado. 

Efectos sobre la salud 
El exceso de ozono en el aire puede producir efectos adversos importantes sobre la salud humana. Puede causar problemas respiratorios, provocar asma, reducir la función pulmonar y dar lugar a enfermedades pulmonares. 

Dióxido de nitrógeno (NO2)
Valores fijados por las directrices 

NO2 

10 μg/m3 de media anual

25 μg/m3 de media diaria

El valor actual de 10 µg/m3 (media anual) que fijan las directrices de la OMS tiene por objeto proteger a la población de los efectos nocivos para la salud del NO2 en estado gaseoso. 

Definición y fuentes principales 
El NO2 es la fuente principal de los aerosoles de nitrato, que constituyen una parte importante de las PM2.5 y, en presencia de luz ultravioleta, del ozono. Las principales fuentes de emisiones antropogénicas de NO2 son los procesos de combustión (calefacción, generación de electricidad y motores de vehículos y barcos). 

Efectos sobre la salud 
Estudios epidemiológicos han revelado que los síntomas de bronquitis en niños asmáticos aumentan en relación con la exposición prolongada al NO2. La disminución del desarrollo de la función pulmonar también se asocia con las concentraciones de NO2 registradas (u observadas) actualmente en ciudades europeas y norteamericanas. 

Dióxido de azufre (SO2)
Valores fijados por las directrices 
SO2 

40 μg/m3 de media diaria

Los estudios indican que un porcentaje de las personas con asma experimenta cambios en la función pulmonar y síntomas respiratorios tras periodos de exposición al SO2. Actualmente se sabe que los efectos nocivos sobre la salud están asociados a niveles de SO2 muy inferiores a los aceptados hasta ahora. Se requiere un mayor grado de protección. Pese a las dudas que plantea todavía la causalidad de los efectos de bajas concentraciones de SO2, es probable que la reducción de las concentraciones disminuya la exposición a otros contaminantes. 

Definición y fuentes principales 
El SO2 es un gas incoloro con un olor penetrante que se genera como resultado de la quema de combustibles fósiles (carbón y petróleo) y la fundición de menas que contengan azufre. La principal fuente antropogénica de SO2 es la quema de combustibles fósiles con contenido de azufre que se usan para la calefacción doméstica, la generación de electricidad y los vehículos a motor. 

Efectos sobre la salud 
El SO2 puede afectar al sistema respiratorio y a las funciones pulmonares, y causa irritación ocular. La inflamación del sistema respiratorio provoca tos, secreción mucosa y agravamiento del asma y la bronquitis crónica; asimismo, aumenta la propensión de las personas a contraer infecciones del sistema respiratorio. Los ingresos hospitalarios por cardiopatías y la mortalidad aumentan en los días en que los niveles de SO2 son más elevados. Cuando el SO2 se combina con agua forma ácido sulfúrico, el componente principal de la lluvia ácida, que es una de las causas de la deforestación. 

Respuesta de la OMS
Los Estados Miembros de la OMS adoptaron recientemente una resolución (2015) y una hoja de ruta (2016) dirigidas a mejorar la respuesta mundial a los efectos nocivos de la contaminación atmosférica para la salud. 

La OMS es el organismo custodio de tres indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la contaminación del aire:  

3.9.1 Tasa de mortalidad atribuida a la contaminación del aire ambiente 

7.1.2 Acceso a combustibles y tecnologías limpios 

11.6.2 Calidad del aire en las ciudades 

La OMS desarrolla y elabora directrices sobre la calidad del aire en las que recomienda límites máximos de exposición a los principales contaminantes del aire (tanto en interiores como en exteriores). 

La OMS lleva a cabo evaluaciones minuciosas de los efectos sobre la salud de diferentes tipos de contaminantes atmosféricos, como las partículas, el carbono negro, el ozono, etc. 

La OMS genera evidencia científica sobre la relación que existe entre la contaminación del aire y enfermedades como la cardiopatía, la neumopatía y el cáncer, y realiza estimaciones de la carga de morbilidad mundial y regional derivada de la exposición actual a la contaminación del aire. 

La OMS desarrolla herramientas como AirQ+, que permite evaluar las repercusiones de varios contaminantes para la salud; HEAT (Health Economic Assessment Tool), una herramienta de evaluación económica de la salud para estudiar las intervenciones a favor de los peatones y los ciclistas; Green+, una herramienta que pretende llamar la atención sobre la importancia de los espacios verdes y la salud; STHAT (Sustainable Transport Health Assessment Tool), una herramienta para evaluar la salud y el transporte sostenible; e ITHIM (Integrated Transport and Health Impact Modelling Tool), una herramienta integrada de modelización del transporte y su impacto sobre la salud. 

La OMS ha elaborado un conjunto de soluciones en pro del uso de energía no contaminante en los hogares (Clean Household Energy Solutions Toolkit - CHEST) con el fin de poner a disposición de los países y de los programas pertinentes las herramientas necesarias para crear o evaluar políticas dirigidas a ampliar el acceso y el uso de energía no contaminante en los hogares, lo que resulta especialmente importante teniendo en cuenta que los contaminantes que se liberan en los hogares y su entorno (contaminación del aire doméstico) contribuyen de forma considerable a la contaminación ambiental. El CHEST incluye módulos de evaluación de necesidades; orientaciones sobre normas aplicables y pruebas de dispositivos domésticos para el suministro de energía; módulos sobre seguimiento y evaluación; y materiales para capacitar a los trabajadores del sector de la salud en la lucha contra la contaminación del aire doméstico. 

La OMS presta asistencia a los Estados Miembros con miras al intercambio de información sobre enfoques que han dado buenos resultados, métodos para evaluar la exposición y formas de llevar a cabo un seguimiento de las consecuencias de la contaminación para la salud. 

La OMS dirige el Grupo de Tareas Conjunto sobre los Aspectos Sanitarios de la Contaminación Atmosférica, establecido en el marco del Convenio sobre la Contaminación Atmosférica Transfronteriza a Gran Distancia, cuyo objetivo es evaluar los efectos de dicha contaminación para la salud y proporcionar documentación de apoyo. 

El Programa Paneuropeo de Transporte, Salud y Medio Ambiente, copatrocinado por la OMS, ha desarrollado un modelo de cooperación regional y multisectorial entre los Estados Miembros dirigido a mitigar la contaminación del aire y otros efectos derivados del sector del transporte con repercusiones para la salud, así como instrumentos de evaluación de los beneficios que reportan tales medidas de mitigación.

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CHEST Brochure (591 KB)