Encefalitis japonesa

La encefalitis japonesa, enfermedad causada por un flavivirus relacionado con los virus del dengue, la fiebre amarilla y el virus del Nilo Occidental, se propaga a través de las picaduras de mosquitos.
La encefalitis japonesa es la principal causa de encefalitis viral en muchos países de Asia, en los que cada año se registran unos 68.000 casos clínicos.
Aunque la encefalitis japonesa sintomática es muy poco frecuente, la tasa de letalidad entre las personas infectadas puede alcanzar el 30%. Entre el 30 y el 50% de las personas con encefalitis pueden sufrir secuelas neurológicas o psiquiátricas permanentes.
La transmisión de la encefalitis japonesa es endémica en 24 países de las regiones de la OMS de Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental, lo que significa que más de 3.000 millones de personas corren riesgo de infección.
No existe cura para la enfermedad. El tratamiento se centra en el alivio de los síntomas clínicos graves y el apoyo al paciente para que supere la infección.
Existen vacunas seguras y eficaces para prevenir la encefalitis japonesa. La OMS recomienda que la vacunación contra esta enfermedad se integre en los calendarios vacunales nacionales en todas las zonas en las que la enfermedad constituye un problema de salud pública
El virus de la encefalitis japonesa es la principal causa de encefalitis vírica en Asia. Se trata de un flavivirus transmitido por mosquitos que pertenece al mismo género que los virus del dengue, la fiebre amarilla y el Nilo Occidental.

El primer caso de encefalitis japonesa se documentó en 1871 en el Japón.  

La incidencia anual de la enfermedad clínica puede es de 1 hasta 10 por cada 100.000 habitantes, pero varía, entre los países y entre las diferentes zonas de cada país. Según estimaciones de un estudio reciente, cada año se producen en todo el mundo unos 68,000 casos clínicos de encefalitis japonesa, y unas 13.600 hasta 20.400 defunciones. La encefalitis japonesa afecta principalmente a los niños. En los países en los que es endémica, la mayoría de los adultos están naturalmente inmunizados por haber tenido la infección en la infancia, si bien la enfermedad puede afectar a personas de cualquier edad.

Signos y síntomas
La mayor parte de las infecciones con el virus de la encefalitis japonesa son leves (fiebre y cefalea) o asintomáticas, pero aproximadamente una de cada 250 infecciones se convierte en una enfermedad grave. El periodo de incubación es de 4 a 14 días. En los niños, los síntomas dominantes iniciales pueden consistir en dolor gastrointestinal y vómitos. Los casos de enfermedad grave se caracterizan por la repentina aparición de fiebre elevada, cefalea, rigidez de nuca, desorientación, coma, ataques, parálisis espástica y defunción. La tasa de letalidad puede alcanzar al 30% de las personas con síntomas de la enfermedad.

Entre un 20 y un 30% de los supervivientes quedan con secuelas mentales, comportamentales o neurológicos tales como parálisis, ataques recurrentes o pérdida del habla.

Transmisión
El riesgo de transmisión de la encefalitis japonesa está presente en 24 países de las regiones de la OMS de Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental, con una población total de más de 3.000 millones de personas.

La encefalitis japonesa se transmite a las personas por las picaduras de mosquitos Culex spp. infectados (principalmente Culex tritaeniorhynchus). Una vez infectadas, las personas no desarrollan suficiente viremia para infectar a los mosquitos que las piquen. El virus se desarrolla en un ciclo de transmisión entre mosquitos, cerdos y/o aves lacustres (ciclo enzoótico). Por lo general, la enfermedad es prevalente en zonas rurales y periurbanas en las que las personas viven en contacto próximo con esos reservorios vertebrados.

En la mayor parte de las zonas templadas de Asia, el virus de la encefalitis japonesa se transmite principalmente en el verano, cuando se producen las grandes epidemias. En las regiones tropicales y subtropicales, la transmisión puede tener lugar durante todo el año, aunque se suele intensificar en la estación de lluvias y, en las zonas de arrozales, en los períodos previos a la cosecha.

Diagnóstico
Las personas que viven en zonas en las que la encefalitis japonesa es endémica, o viajan a esas zonas, y padecen encefalitis, se pueden considerar casos sospechosos de encefalitis japonesa. Para confirmar la infección por el virus de la encefalitis japonesa y descartar otras causas de encefalitis es necesaria una prueba de laboratorio. La OMS recomienda una prueba de ELISA de captura de IgM para detectar IgM específica contra este virus en una sola muestra de líquido cefalorraquídeo o suero. Se prefiere la realización de la prueba en una muestra de líquido cefalorraquídeo para reducir los falsos positivos debidos a infecciones anteriores o a la vacunación. 

La vigilancia de la enfermedad es generalmente sindrómica para la encefalitis aguda. La confirmación mediante pruebas de laboratorio suele tener lugar en puntos de vigilancia específicos y, a ese respecto, se está ampliando la vigilancia basada en los laboratorios. La vigilancia de casos se establece en países que controlan efectivamente la encefalitis japonesa mediante vacunación.

Tratamiento
No existe ningún tratamiento antivírico para pacientes con encefalitis japonesa. El tratamiento de apoyo permite aliviar los síntomas y estabilizar al paciente. A ese respecto, el Programa de Tecnología Sanitaria Apropiada ha desarrollado directrices clínicas.

Prevención y control
Existen vacunas seguras y eficaces para prevenir la enfermedad. La OMS recomienda medidas estrictas de prevención y control de la encefalitis japonesa, entre ellas la inmunización, y el reforzamiento de los mecanismos de vigilancia y notificación en todas las regiones en las que la enfermedad constituye una prioridad de salud pública. Aunque el número de casos sea bajo, se debe proceder a la vacunación en todos los entornos que sean adecuados para la transmisión del virus. Hay pocos datos que respalden la posibilidad de reducir la carga de la enfermedad con intervenciones que no sean la vacunación humana, a la cual se debe dar prioridad sobre la vacunación de los cerdos y las medidas de control de los mosquitos.

En la actualidad se utilizan cuatro tipos principales de vacunas contra la encefalitis japonesa: vacunas inactivadas derivadas del encéfalo de ratón; vacunas inactivadas derivadas de cultivos de células Vero; vacunas vivas atenuadas, y vacunas vivas recombinantes.

En los últimos años, en los países en los que la enfermedad es endémica, la vacuna viva atenuada SA14-14-2 fabricada en China se ha vuelto las más ampliamente utilizada, y la OMS la ha precalificado en octubre de 2013. Las vacunas inactivadas derivadas de cultivos celulares y las vacunas vivas recombinantes basadas en la cepa de la vacuna contra la fiebre amarilla también disponen de autorización de comercialización y han sido precalificadas por la OMS. En noviembre de 2013, la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización habilitó un mecanismo de financiación para apoyar campañas de vacunación en países que reunían los requisitos.

Para reducir el riesgo de encefalitis japonesa, todas las personas que viajen a zonas en las que la enfermedad es endémica deberían tomar precauciones para evitar picaduras de mosquitos. Las medidas personales de prevención incluyen el uso de repelentes, ropa de manga larga, espirales fumigantes y vaporizadores. Se recomienda la vacunación antes del viaje para quienes vayan a estar mucho tiempo en zonas donde la encefalitis japonesa es endémica.

Brotes de la enfermedad
Los principales brotes de encefalitis japonesa se producen cada 2 a 15 años. La transmisión se intensifica durante la estación de lluvias, en la que aumenta la población de vectores. Sin embargo, todavía no se ha demostrado que la transmisión aumente a raíz de inundaciones o tsunamis importantes. La propagación de la encefalitis japonesa en nuevas zonas se ha asociado a desarrollos agrícolas y al cultivo intensivo del arroz, apoyado con programas de riego.

La OMS responde a la encefalitis japonesa mediante:

recomendaciones globales para el control de la encefalitis japonesa, incluido el uso de vacunas. La OMS recomienda la inmunización contra la encefalitis japonesa en todas las regiones en las que la enfermedad está reconocida como un problema de salud pública, y apoya la aplicación de las medidas pertinentes.
suministro de asistencia técnica en materia de vigilancia, introducción de vacunas y campañas de vacunación a gran escala, y evaluación de la efectividad de la vacuna y de su impacto programático.