La epilepsia es una enfermedad cerebral no transmisible crónica que afecta a personas de todas las edades.
En todo el mundo, unos 50 millones de personas padecen epilepsia, lo que la convierte en uno de los trastornos neurológicos más comunes.
Cerca del 80% de los pacientes viven en países de ingresos bajos y medianos.
Se estima que el 70% de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones si se diagnosticaran y trataran adecuadamente.
El riesgo de muerte prematura en personas con epilepsia es hasta tres veces mayor que en la población general.
Tres cuartas partes de las personas que viven en países de ingresos bajos no reciben el tratamiento que necesitan.
En muchos lugares del mundo, los pacientes y sus familias pueden ser víctimas de la estigmatización y la discriminación.
La epilepsia es una enfermedad cerebral no transmisible crónica que afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por convulsiones recurrentes, que son episodios breves de movimiento involuntario que pueden involucrar una parte del cuerpo (parcial) o todo el cuerpo (generalizado) y en ocasiones se acompañan de pérdida de conciencia y control de la función intestinal.
Las convulsiones se deben a descargas eléctricas excesivas de grupos de células cerebrales que pueden producirse en diferentes partes del cerebro. Las convulsiones pueden ir desde episodios muy breves de ausencia o de contracciones musculares hasta convulsiones prolongadas y graves. Su frecuencia también puede variar desde menos de una al año hasta varias al día.
Las características de las convulsiones varían y dependen de en qué parte del cerebro comienza la alteración y cómo se propaga. Ocurren síntomas temporales, como pérdida del conocimiento o la conciencia, y alteraciones del movimiento, de los sentidos (incluyendo visión, audición y gusto), estado de ánimo u otras funciones cognitivas.
Signos y síntomas
La epilepsia se define por dos o más convulsiones no provocadas. Estas convulsiones son episodios breves de movimientos involuntarios que pueden afectar a una parte del cuerpo (convulsiones parciales) o a su totalidad (convulsiones generalizadas) y a veces se acompañan de pérdida de la consciencia y del control de los esfínteres.
Las personas con epilepsia suelen padecer más problemas físicos (tales como fracturas y hematomas derivados de traumatismos relacionados con las convulsiones) y mayores tasas de trastornos psicosociales, entre ellos ansiedad y depresión. Del mismo modo, el riesgo de muerte prematura en las personas epilépticas es hasta tres veces mayor que en la población general, y las tasas más altas se registran en los países de ingresos bajos y medianos y en las zonas rurales.
En esos países, una gran parte de las causas de defunción relacionadas con la epilepsia se pueden prevenir, por ejemplo, caídas, ahogamientos, quemaduras y convulsiones prolongadas.
Datos de la enfermedad
La epilepsia es responsable de una proporción significativa de la carga mundial de morbilidad, pues afecta a más de 50 millones de personas. La proporción estimada de la población general con epilepsia activa (es decir, ataques continuos o necesidad de tratamiento) en algún momento dado oscila entre 4 y 10 por 1000 personas.
Según estimaciones, se diagnostican anualmente unos 5 millones de casos de epilepsia en todo el mundo. En los países de altos ingresos, se estima que 49 de cada 100 000 personas son diagnosticadas de epilepsia cada año. En los países de ingresos bajos y medianos, esa cifra puede ser de hasta 139 de cada 100 000 personas.
Esto se debe probablemente al mayor riesgo de enfermedades endémicas tales como el paludismo o la neurocisticercosis; la mayor incidencia de traumatismos relacionados con accidentes de tránsito; traumatismos derivados del parto; y variaciones en la infraestructura médica, la disponibilidad de programas de salud preventiva y la accesibilidad de la atención.
Cerca del 80% de los pacientes con epilepsia viven en países de ingresos bajos y medianos.
Causas
La epilepsia no es contagiosa. Aunque muchos mecanismos de enfermedad subyacentes pueden producir epilepsia, se desconoce la causa de la enfermedad en aproximadamente el 50% de los casos de todo el mundo.
Las causas de la epilepsia se dividen en las categorías siguientes: estructurales, genéticas, infecciosas, metabólicas, inmunológicas y desconocidas. Entre ellas cabe señalar:
daño cerebral por lesiones prenatales o perinatales (por ejemplo, asfixia o traumatismos durante el parto, bajo peso al nacer);
malformaciones congénitas o alteraciones genéticas con malformaciones cerebrales asociadas;
traumatismos craneoencefálicos graves;
accidentes cerebrovasculares que limitan la llegada del oxígeno al cerebro;
infecciones cerebrales como las meningitis y encefalitis o la neurocisticercosis;
algunos síndromes genéticos;
tumores cerebrales.
Tratamiento
Es posible controlar las convulsiones. Con un tratamiento anticonvulsivante adecuado, hasta un 70% de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones. Hay tratamientos diarios que pueden costar tan solo US$ 5 al año. Puede estudiarse la posibilidad de suspender la medicación anticonvulsivante después de 2 años sin convulsiones; para ello, deben tenerse en cuenta los factores clínicos, sociales y personales pertinentes. Una etiología documentada de la crisis epiléptica y un patrón electroencefalográfico anormal son los dos factores predictivos más consistentes de la recurrencia de convulsiones.
En los países de ingresos bajos y medianos, aproximadamente las tres cuartas partes de las personas con epilepsia podrían no recibir el tratamiento necesario. Esto se denomina “brecha terapéutica”.
La baja disponibilidad de medicamentos antiepilépticos. Un estudio reciente reveló que la disponibilidad media de medicamentos antiepilépticos genéricos en el sector público de los países de ingresos bajos y medianos era inferior al 50%.
Es posible diagnosticar y tratar a la mayoría de las personas con epilepsia al nivel de atención primaria de salud sin el uso de medios sofisticados.
Los proyectos piloto de la OMS indican que capacitar a los proveedores de atención primaria para diagnosticar y tratar la epilepsia puede reducir de manera efectiva la brecha del tratamiento de la epilepsia.
La cirugía puede ser conveniente en casos en los que los pacientes no responden bien a los tratamientos farmacológicos.
Prevención
Se estima que el 25% de los casos de epilepsia son prevenibles.
La prevención de los traumatismos craneales es la forma más eficaz de evitar la epilepsia postraumática.
La atención perinatal adecuada puede reducir los nuevos casos de epilepsia causados por lesiones durante el parto.
El uso de medicamentos y otros métodos para bajar la temperatura corporal de los niños con fiebre puede reducir las probabilidades de convulsiones febriles.
La prevención de la epilepsia asociada a los accidentes cerebrovasculares se centra en la reducción de los factores de riesgo cardiovascular, por ejemplo, a través de medidas de prevención o control de la hipertensión arterial, la diabetes y la obesidad, y la prevención del tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol.
Las infecciones del sistema nervioso central son causas frecuentes de epilepsia en las zonas tropicales. La eliminación de los parásitos y la educación sobre cómo evitar las infecciones pueden ser eficaces para reducir la epilepsia en estos entornos.
Repercusiones sociales y económicas
La epilepsia representa un 0,6% de la carga mundial de morbilidad, una medida basada en el tiempo que combina los años de vida perdidos debido a la mortalidad prematura con el tiempo vivido en situaciones en las que la salud no es plena. La epilepsia tiene importantes repercusiones económicas por la atención sanitaria que requiere y las muertes prematuras y la pérdida de productividad laboral que ocasiona.
Las repercusiones económicas de la epilepsia son muy variables, dependiendo de su duración y gravedad, de la respuesta al tratamiento y del entorno sanitario. Los costos directos y las pérdidas de productividad suponen una carga considerable para las familias. En un estudio económico realizado en la India se estimó que la financiación pública de los tratamientos de primera y segunda línea y de otros costos médicos alivia la carga económica de la epilepsia y es costoefectiva (1).
La discriminación y la estigmatización social que rodean la epilepsia en algunos lugares son a menudo más difíciles de vencer que las propias convulsiones. Las personas con epilepsia pueden ser objeto de prejuicios. La estigmatización de la enfermedad puede hacer que los afectados no busquen tratamiento para evitar que se los identifique con la enfermedad.
Derechos humanos
Las personas con epilepsia pueden ver reducido su acceso a oportunidades educativas o a los seguros de vida y de enfermedad, y tienen dificultades para obtener el permiso de conducir u ocupar determinados puestos de trabajo. En muchos países la legislación refleja siglos de desconocimiento sobre la epilepsia. Por ejemplo:
En China e India, la epilepsia es considerada a menudo como motivo para prohibir o anular el matrimonio.
En el Reino Unido, la ley que permitía la nulidad del matrimonio por epilepsia no se enmendó hasta 1971.
En los Estados Unidos de América, hasta los años setenta a las personas con ataques se les podía negar el acceso a restaurantes, teatros, centros recreativos y otros edificios públicos.
La legislación basada en normas internacionalmente aceptadas de derechos humanos puede evitar la discriminación y la violación de los derechos, mejorar el acceso a los servicios de salud y aumentar la calidad de vida de las personas con epilepsia.
Respuesta de la OMS
La OMS y sus asociados reconocen que la epilepsia es un importante problema de salud pública. Con el lema “Sacar a la enfermedad de las sombras”, la OMS, la Liga Internacional contra la Epilepsia y la Oficina Internacional para la Epilepsia han dirigido una Campaña Mundial contra la Epilepsia para proporcionar mejor información, aumentar la sensibilización y fortalecer los esfuerzos públicos y privados por mejorar la atención y reducir el impacto de la enfermedad.
Estos esfuerzos han contribuido a dar mayor prioridad a la epilepsia en muchos países y han dado lugar a declaraciones regionales en las seis regiones de la OMS. La Región de las Américas aprobó en 2011 la Estrategia y el plan de acción sobre la epilepsia, y la Asamblea Mundial de la Salud aprobó en 2015 la resolución WHA68.20 sobre la carga mundial de la epilepsia, en la que se insta a los Estados Miembros a tomar medidas coordinadas contra la epilepsia y sus consecuencias.
En muchos países se han llevado a cabo proyectos para reducir la falta de tratamiento y la morbilidad de las personas con epilepsia, capacitar y educar a los profesionales sanitarios, acabar con la estigmatización, identificar posibles estrategias preventivas y elaborar modelos que integren el control de la epilepsia en los sistemas de salud locales. Estos proyectos, que combinan varias estrategias innovadoras, han demostrado que existen formas simples y rentables de tratar la epilepsia en entornos de escasos recursos.
El Programa de la OMS para reducir la falta de tratamiento de la epilepsia y el Programa de acción para superar las brechas en salud mental (mhGAP) buscan alcanzar estos objetivos en Ghana, Mozambique, Myanmar y Viet Nam. Estos proyectos se centran en aumentar la capacidad de los profesionales de la atención primaria y los no especialistas para diagnosticar, tratar y dar seguimiento a las personas con epilepsia en el ámbito de la comunidad. Por ejemplo, un proyecto llevado a cabo en Myanmar incrementó cobertura de los servicios de atención a la epilepsia del 2% al 47% durante un período de 4 años y mejoró significativamente el acceso de las personas con epilepsia a la atención sanitaria.
- Log in to post comments
- 2 views