Género y salud

Los roles de género son construcciones sociales que conforman los comportamientos, las actividades, las expectativas y las oportunidades que se consideran apropiados en un determinado contexto sociocultural para todas las personas. Además, el género hace referencia a las relaciones entre las personas y a la distribución del poder en esas relaciones.
El género guarda relación con las categorías del sexo biológico (hombre y mujer), no se corresponde forzosamente con ellas.
Es un factor que crea inequidades sanitarias por sí solo y que puede agravar las que son producto de la situación socioeconómica, la edad, la etnia, la discapacidad, la orientación sexual, etc.
El género afecta a todas las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 porque interactúa con otros determinantes e influye en los riesgos y las exposiciones, los comportamientos y la respuesta del sistema de salud.
Además, influye en el empleo, las condiciones de trabajo y las trayectorias profesionales de los trabajadores del sector sociosanitario.
La OMS ayuda a sus Estados Miembros promoviendo sistemas de salud que tienen en cuenta las cuestiones relacionadas con el género y que reconocen, comprenden y modifican el modo en que este factor determina las conductas en relación con el sistema de salud, el acceso a los servicios, las vías de atención sanitaria e interactúa con otros factores determinantes de la salud y causantes de inequidades.
Introducción
La igualdad de género consiste en la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades para todas las personas (1). Es un pilar necesario para lograr un mundo sostenible, pacífico, próspero, saludable y que no deje a nadie desatendido. Es un derecho humano fundamental establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, y es esencial para alcanzar todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

El género es un factor determinante de inequidades sanitarias. En la presente nota descriptiva se explica el modo en que limita o fomenta la equidad sanitaria afectando, por ejemplo, al acceso a la cobertura sanitaria universal, y se muestra cómo determina las trayectorias profesionales de los trabajadores sanitarios.

Definiciones 
El género se refiere a los roles, las características y oportunidades definidos por la sociedad que se consideran apropiados para los hombres, las mujeres, los niños, las niñas y las personas con identidades no binarias. El género es también producto de las relaciones entre las personas y puede reflejar la distribución de poder entre ellas. No es un concepto estático, sino que cambia con el tiempo y del lugar. Cuando las personas o los grupos no se ajustan a las normas (incluidos los conceptos de masculinidad o feminidad), los roles, las responsabilidades o las relaciones relacionadas con el género, suelen ser objeto de estigmatización, exclusión social y discriminación, todo lo cual puede afectar negativamente a la salud. El género interactúa con el sexo biológico, pero es un concepto distinto.

Los determinantes de la salud relacionados con el género son las normas, expectativas y funciones sociales que aumentan las tasas de exposición y la vulnerabilidad frente los riesgos para la salud, así como la protección frente a los mismos, y que determinan los comportamientos de promoción de la salud y de búsqueda de atención sanitaria y las respuestas del sistema de salud en función del género. Son uno de los principales determinantes sociales de las inequidades sanitarias.

El concepto de interseccionalidad se refiere al significado y la relación entre el sexo, el género y otros determinantes sociales, así como a los factores que crean inequidades sanitarias en los procesos y sistemas de poder a nivel individual, institucional y mundial (2). Se basa en el análisis de las cuestiones relacionadas con el género, y lo amplía.

La integración de la perspectiva de género implica evaluar el modo en que el género determina las medidas planificadas, incluidas la legislación, las políticas y los programas, en todos los ámbitos y a todos los niveles. La incorporación de la perspectiva de género también puede contribuir al empoderamiento de las mujeres y la igualdad de participación en todos los niveles del personal sanitario.

El género como causa de inequidad sanitaria
De acuerdo con el desglose por sexo de los datos, los hombres tienen una menor esperanza de vida (4,4 años menos en 2016 (3)) y una mayor carga de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) que las mujeres (4). Gran parte de estas diferencias se deben a factores relacionados con el género: por ejemplo, hay normas sociales que determinan que los hombres estén más expuestos al tabaco y las bebidas alcohólicas, lo que a su vez genera tasas de AVAD tres veces superiores en los hombres que en las mujeres (5). Sin embargo, también existen normas sociales y de género que aumentan la carga de algunas enfermedades entre las niñas y las mujeres: por ejemplo, debido a que tienen relativamente menos acceso a los servicios de tratamiento de la catarata, sus tasas de ceguera son más elevadas.

El género influye en la salud y el bienestar en tres ámbitos:

los determinantes de la salud relacionados con el género, incluida la interacción con otros determinantes sociales y estructurales;
las conductas en la esfera de la salud en función del género; y
la respuesta del sistema de salud en función del género.
En el cuadro que figura a continuación se ofrecen ejemplos ilustrativos de los factores determinantes y las conductas en la esfera de la salud que causan inequidades sanitarias en relación con nueve metas del ODS 3. Más abajo se expone la influencia del género en la respuesta de los sistemas de salud.
Cuadro: Ejemplos de determinantes y de conductas en la esfera de
la salud en función del género, y su influencia en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible     Factores determinantes de la salud relacionados con el géneros    Conductas en la esfera de la salud en función del género
3.1: Mortalidad materna

Las niñas con niveles más bajos de autonomía pueden recibir presiones para abandonar la escuela, contraer matrimonio y tener hijos en la edad adolescente, lo cual se asocia con un mayor riesgo de muerte materna (6).

La falta de recursos económicos y de otra índole puede impedir que algunas mujeres acudan a centros de atención sanitaria y se retrase la atención obstétrica.
3.2: Muertes evitables de recién nacidos y niños menores de 5 años    La influencia de la mujer en la toma de decisiones en el hogar y en el control de los recursos determina los recursos asignados a la alimentación y el bienestar de los niños..    El género de un niño enfermo puede influir en las decisiones de sus padres. En ocasiones, ello da lugar a que las niñas tengan menos probabilidades de ser atendidas cuando lo necesitan.
3.3: Epidemias de sida, tuberculosis, paludismo, enfermedades tropicales desatendidas, hepatitis, enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles.    Las ocupaciones de los hombres (por ejemplo, las que implican trabajar al aire libre) pueden aumentar la exposición a los mosquitos. Asimismo, las tareas domésticas que realizan las mujeres, como la recogida de agua, también pueden aumentar la exposición.    En ocasiones, los horarios de apertura de los centros de salud no son compatibles con los compromisos laborales de los hombres. Además, los varones pueden tener menos acceso a intervenciones como las pruebas y el tratamiento de la infección por el VIH que, a menudo, se prestan a través de los servicios de salud reproductiva que utilizan principalmente las mujeres (7).
3.4: Mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles (ENT) y promoción de la salud mental.    Si la etnia, la situación socioeconómica y la ubicación geográfica influyen las tasas de ENT, el género puede interactuar estrechamente con estos factores para aumentar las tasas de estas enfermedades. Por ejemplo, las mujeres de las minorías étnicas que viven en entornos urbanos obesogénicos tienen tasas de diabetes más elevadas (8).
Las normas relacionadas influyen mucho en la aceptabilidad de determinadas exposiciones de riesgo muy asociadas con las tasas de mortalidad por ENT (9). Por ejemplo, en algunas sociedades se considera que fumar tabaco es un aspecto positivo de la masculinidad y un hábito mal visto en una mujer. Sin embargo, las empresas tabacaleras se adaptan a los cambios en las normas sociales aumentando la publicidad dirigida a las mujeres, que se ven expuestas a más riesgos para su salud. 
3.5: Drogadicción y consumo excesivo de bebidas alcohólicas    Los adolescentes de orientación homosexual (gays y lesbianas), bisexual (10) y transexual (11) tienen índices más altos de drogadicción y consumo excesivo de bebidas alcohólicas.    Las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de acceder a programas de tratamiento porque deben cuidar de los niños o por temor de perder la custodia de los mismos, entre otros aspectos (12).
3.6: Accidentes de tránsito    Las expectativas culturales y sociales de los empleos «aceptables» (como conductor de autobús, camión o taxi) aumentan la exposición de los hombres (13).    Además, los hombres jóvenes suelen adoptar comportamientos de riesgo influidos por normas y expectativas asociadas a la masculinidad, como ocurre con la manera de conducir vehículos.
3.7: Acceso universal a los servicios de atención sexual y reproductiva    Las tasas de embarazo, matrimonio infantil y violencia de género son más elevadas entre las adolescentes que viven en zonas afectadas por catástrofes naturales (14).    En algunos países, las mujeres necesitan el permiso de los hombres para utilizar anticonceptivos (15).
3.8: Logro de la cobertura sanitaria universal    Cuando la vulnerabilidad asociada a la etnia y la ubicación geográfica se suma a la relacionada con el género, se limita el acceso a los servicios de salud (16).    En los lugares donde los seguros de enfermedad se contratan voluntariamente, la menor capacidad de pago de las mujeres y la necesidad de cuidar de sus hijos suelen influir en esta decisión (17).
3.9: Polución y contaminación ambiental     El trabajo (ya sea dentro o fuera del hogar) influye en las tasas y los tipos de exposición a los riesgos. Por ejemplo, los hombres suelen estar más expuestos a los contaminantes de los vehículos de motor, y las mujeres, a los humos de las cocinas.    Los hombres, cuyas tasas de tabaquismo son más elevadas, están también más expuestos a los contaminantes del aire. Estos dos factores agravan las diferencias entre sexos en relación con determinados resultados sanitarios (18).
La promoción de sistemas de salud que evitan las inequidades relacionadas con el género puede reducir las inequidades sanitarias


Los sistemas de salud que tienen en cuenta las cuestiones relacionadas con el género incorporan la perspectiva de género para adoptar las siguientes medidas en los seis componentes básicos de los sistemas de salud:

Prestación de servicios: realizar intervenciones de calidad integradas, seguras, eficaces, aceptables y basadas en datos probatorios, al tiempo que se garantiza la equidad de género en el acceso a todos los servicios (promoción de hábitos saludables, prevención y tratamiento, desde la atención primaria hasta la terciaria).
Información e investigación: garantizar la recogida, el cotejo, el análisis y la utilización de datos desglosados por sexos para que las respuestas de los sistemas de salud se basen en datos comprobados sobre los factores determinantes y la salud de las personas, y asignar recursos en consecuencia.
Productos y tecnologías médicas: garantizar el acceso equitativo de hombres y mujeres a medicamentos, vacunas y tecnologías esenciales.
Personal sociosanitario: promover políticas y estrategias que transformen las relaciones de género, a fin de evitar los prejuicios y las inequidades relacionados con el género en el personal sanitario y de garantizar un trabajo digno para todos los profesionales sociosanitarios, e integrar la igualdad de género en la formación, la capacitación, el empleo y la progresión profesional.
Financiación de la atención sanitaria: lograr el acceso universal a los servicios sanitarios al tiempo que se garantiza la equidad de género en el acceso a las estrategias de protección financiera. Promover la inclusión de la perspectiva de género en las evaluaciones de los riesgos financieros y la elaboración de presupuestos.
Liderazgo y gobernanza: fomentar la buena gobernanza sanitaria y la integración de la perspectiva de género en las políticas y las estructuras de gobernanza de la salud pública, promover estrategias que tengan en cuenta las cuestiones relacionadas con el género y legislación que las favorezca en lo relativo a la capacidad de respuesta, la equidad y la eficiencia. Fomentar la paridad de sexos en los puestos directivos y asegurarse de que los sistemas de salud rinden cuentas a todos.
Género y personal sanitario
En muchos países, las mujeres representan más del 70% del personal sanitario remunerado (19) y, a menudo, son las principales profesionales de atención domiciliaria y comunitaria. Además, son las principales prestadoras de cuidados no remunerados. A pesar de ello, están infrarrepresentadas en los puestos directivos y de toma de decisiones de los sistemas de salud. Los prejuicios relacionados con el género, la violencia física y sexual y el acoso siguen siendo grandes problemas para los trabajadores sociosanitarios. Si la diferencia global de sueldo entre hombres y mujeres es del 20 %, en el sector sociosanitario alcanza una media del 26 % en los países de ingresos altos y del 29 % en los de ingresos medio-altos (20).

Para solucionar las inequidades que afectan a un personal predominantemente femenino, deben adoptarse enfoques orientados específicamente a solventar las necesidades de las mujeres en los métodos de contratación, retención de trabajadores y desarrollo profesional y a conseguir que los hombres participen en las tareas domésticas (por ejemplo, fomentando las bajas maternas y paternas compartidas para atender a los niños) con el fin de reducir la doble carga de trabajo que soportan las mujeres.
Respuesta de la OMS a las inequidades relacionadas con el género
La OMS participa en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y vela por que toda la Organización incorpore un enfoque integrado de las cuestiones relacionadas con el género, la equidad y los derechos humanos.

La resolución WHA60.25 (2007) de la Asamblea Mundial de la Salud y la posterior Estrategia para incorporar el análisis y las acciones de género en las actividades de la OMS (2008) representan el compromiso adquirido por la Organización y de los Estados Miembros de aplicar una estrategia para integrar el análisis del género y las medidas encaminadas a garantizar la igualdad. Su objetivo es evaluar y solventar las diferencias e inequidades relacionadas con el género en la planificación, la ejecución, el seguimiento y la evaluación de la labor de la OMS, e incluir este asunto en las descripciones de los puestos y en los criterios de evaluación del desempeño.

Todas las secciones de la Secretaría de la OMS comparten la responsabilidad de integrar la perspectiva de género, a través de medidas como las siguientes:
garantizar que la OMS es capaz de realizar análisis y planificar sus actividades teniendo en cuenta la perspectiva de género;
incorporar la perspectiva de género en las funciones de la OMS, por ejemplo, mediante la planificación, la elaboración de presupuestos, el seguimiento y la evaluación de la gestión basada en los resultados que tenga en cuenta las cuestiones relacionadas con el género;
desglosar los datos por sexo, edad, etnia, situación migratoria, zona geográfica y otros factores estratificadores, y realizar análisis basados en el género;
exigir la rendición de cuentas relativa a la integración de la perspectiva de género.
La OMS lleva a cabo las siguientes actividades:

Programa de apoyo a los países
Este conjunto de medidas ofrece a los sistemas nacionales de salud instrumentos para recopilar, analizar y comunicar datos sanitarios para analizar la equidad. Estos instrumentos se basan en los derechos humanos y ayudan a transformar las relaciones de género, entre otras cosas promoviendo la inclusión de las cuestiones relacionadas con el género en el análisis de los datos desglosados por sexo. Los componentes de este programa (entre ellos, el manual técnico Innov8 e instrumentos para hacer un seguimiento de las inequidades sanitarias y para realizar evaluaciones de los obstáculos) se han puesto a prueba en varios países. Actualmente se está ampliando el programa para ayudar a reforzar la capacidad en determinados países.

La guía Gender mainstreaming for health managers: a practical approach. Facilitators’ guide and Participants’

El objetivo de estas guías es sensibilizar y desarrollar aptitudes para realizar análisis y elaborar planes con perspectiva de género en las actividades del sector sanitario. Son muy fáciles de usar y su estructura permite pasar de la concientización a la acción a lo largo de un taller de 3 o 4 días de duración centrado en las inequidades sanitarias debidas al género. 

En 2017, la OMS introdujo una política sobre paridad entre los sexos en la dotación de personal y se comprometió a lograr aumentos anuales de, al menos, un 1,5% en la proporción de funcionarios con nombramientos continuos y de plazo fijo en la categoría P4 y en categorías superiores durante los próximos cinco años, teniendo en cuenta los distintos grados de progreso en la Sede y las oficinas regionales y haciendo un seguimiento de los mismos.

La OMS participa también en el Plan de Acción para todo el Sistema de las Naciones Unidas sobre la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU-SWAP), y rinde cuentas a ONU-Mujeres sobre 15 criterios comunes de desempeño. Además, la Organización evalúa periódicamente la integración de las cuestiones relacionadas con el género, la equidad y los derechos humanos en las políticas y los programas de la Secretaría y de los países. Desde el presente año, la OMS participa en el ONU-SWAP 2.0, que se centra en los resultados y está vinculado a la Agenda 2030.

Cada dos años se informa a la Asamblea Mundial de la Salud de los progresos realizados en la aplicación de la Estrategia para incorporar el análisis y las acciones de género en las actividades de la OMS.

En la Región de Europa se ha presentado en 2018 una nueva estrategia para la salud y el bienestar de los hombres, basada en una revisión de las evidencias sobre temas como la mortalidad prematura, la intersección entre la masculinidad y las desigualdades existentes, las respuestas de los sistemas de salud en el curso de la vida de los hombres y el papel de los hombres en la promoción de la igualdad entre los sexos en la salud.