Las helmintiasis transmitidas por el suelo son una enfermedad parasitaria causada por diferentes especies de gusanos.
Se transmiten por huevos presentes en las heces humanas que contaminan el suelo en las zonas con malos sistemas de saneamiento.
Los niños infectados sufren deterioro nutricional y físico.
Alrededor de 1500 millones de personas tienen geohelmintiasis.
Las actividades de lucha contra la enfermedad son: tratamientos vermífugos periódicos para eliminar los helmintos, educación sanitaria para prevenir la reinfestación y mejora del saneamiento para reducir la contaminación del suelo por huevos infestantes.
Se dispone de medicamentos seguros y eficaces para controlar la infección.
Las geohelmintiasis son una de las parasitosis más comunes en el mundo y afectan a las comunidades más pobres y desfavorecidas. Se transmiten a través de los huevos de los parásitos eliminados con las heces fecales de las personas infestadas, los que, a su vez contaminan el suelo en zonas donde el saneamiento es deficiente.
Las principales especies de geohelmintos que infestan al hombre son la ascáride (Ascaris lumbricoides), el tricocéfalo (Trichuris trichiura) y los anquilostomas (Necator americanus y Ancylostoma duodenale). Estas especies se suelen tratar como grupo porque el diagnóstico y el tratamiento son similares.
En cambio, Strongyloides stercoralis es un helminto intestinal con características peculiares que, a menudo, no se detecta porque los métodos necesarios para hacerlo son distintos de los empleados para otros geohelmintos. Además, el albendazol y el mebendazol no le afectan y, por esa razón, resiste las grandes campañas profilácticas contra estas enfermedades.
Distribución y prevalencia mundiales
Cerca de 1500 millones de personas ―es decir, casi el 24% de la población mundial― está infestada por geohelmintos. Las geohelmintiasis están ampliamente distribuidas por zonas tropicales y subtropicales, sobre todo en el África subsahariana, las Américas, China y Asia oriental.
Más de 267 millones de niños en edad preescolar y más de 568 millones de niños en edad escolar viven en zonas donde la transmisión de esos parásitos es intensa y, por esa razón, necesitan tratamientos e intervenciones preventivas.
Se calcula que más de 600 millones de personas están infestadas por S. stercoralis. Este parásito se transmite en zonas de saneamiento deficiente y su distribución geográfica se solapa con la de las otras geohelmintiasis.
Transmisión
Las geohelmintiasis se transmiten por los huevos eliminados a través de las heces de las personas infestadas. Los helmintos adultos viven en el intestino, donde ponen miles de huevos cada día. En las zonas que carecen de sistemas adecuados de saneamiento, esos huevos contaminan el suelo, lo que puede ocurrir por distintas vías:
a través de hortalizas insuficientemente cocidas, lavadas o peladas;
por ingestión de agua contaminada; y
en el caso de los niños, al jugar en el suelo contaminado y llevarse las manos a la boca sin lavárselas.
Además, los huevos de anquilostoma se desarrollan en el suelo y liberan larvas que maduran hasta transformarse en una forma que puede penetrar en la piel. La infestación se produce principalmente por caminar descalzo sobre suelo contaminado.
No hay transmisión directa entre personas ni a partir de heces frescas, porque los huevos expulsados por las heces necesitan alrededor de tres semanas para madurar en el suelo antes de hacerse infestantes.
La ascáride, el tricocéfalo y los anquilostomas no se multiplican en el huésped humano y solo hay reinfestación en caso de contacto con las formas infestantes presentes en el medio. En cambio, S. stercoralis se puede reproducir en el huésped y en personas inmunodeprimidas, y su multiplicación sin control puede ser mortal.
Efectos en el estado nutricional
Los geohelmintos afectan al estado nutricional por diversos mecanismos:
Los gusanos se alimentan de tejidos del huésped, en particular de sangre, lo que causa una pérdida de hierro y proteínas.
Los anquilostomas, además, ocasionan pérdidas crónicas de sangre intestinal que pueden dar lugar a anemia.
Los helmintos hacen que se absorban mal los nutrientes. Además, es probable que la ascáride compita por la vitamina A en el intestino.
Algunos geohelmintos también pueden causar pérdida de apetito y, por consiguiente, una pérdida del aporte nutricional y de la condición física. En particular, T. trichiura puede causar diarrea y disentería.
Morbilidad y cuadro clínico
La morbilidad depende del número de helmintos albergados. Las personas con infestaciones de baja intensidad (pocos helmintos) no suelen presentar síntomas, pero las que tienen infestaciones más intensas pueden presentar diversos síntomas, entre ellos manifestaciones intestinales (diarrea y dolor abdominal), malnutrición, malestar general y debilidad, así como disminución del crecimiento y del desarrollo físico.
Las infestaciones de mucha intensidad pueden causar obstrucción intestinal y ameritan tratamiento quirúrgico.
S. stercoralis puede causar síntomas dermatológicos y gastrointestinales y también se ha descrito que produce malnutrición crónica en los niños. Si el huésped está inmunodeprimido, este parásito puede causar un síndrome de hiperinfestación y diseminación que es irremediablemente letal si no se trata con rapidez y eficacia; incluso si se actúa de este modo, dicho síndrome puede ser mortal.
Estrategia de control de la OMS
En 2001, los delegados en la Asamblea Mundial de la Salud aprobaron por unanimidad la resolución WHA54.19 en la que se instó a los países donde las helmintosis son endémicas a afrontar seriamente este problema, en particular la esquistosomiasis y las geohelmintiasis.
La estrategia de control de las geohelmintiasis consiste en controlar la morbilidad tratando periódicamente a las personas en situación de riesgo que viven en zonas endémicas. Estas personas son:
los niños en edad preescolar;
los niños en edad escolar;
las mujeres en edad fecunda (en particular las embarazadas durante el segundo y tercer trimestres de la gestación y las mujeres lactantes); y
los adultos con ocupaciones de alto riesgo, como los recolectores de té y los mineros.
La OMS recomienda administrar periódicamente un tratamiento farmacológico con vermífugos sin diagnóstico individual previo para todas las personas en situación de riesgo que vivan en zonas endémicas. Esta intervención reduce la morbilidad porque hace disminuir el número de helmintos. Además:
la educación sobre salud e higiene reduce los casos de transmisión y reinfestación porque fomenta las conductas saludables;
también es importante que existan sistemas adecuados de saneamiento, pero ello no siempre es posible en entornos con pocos recursos.
El tratamiento periódico permite reducir la intensidad de la infestación o evitar que aumente y proteger de la morbilidad a las poblaciones infestadas que presentan más riesgo.
El tratamiento vermífugo se puede integrar fácilmente en los días de salud infantil o los programas de aporte complementario para los niños en edad preescolar, así como en los programas de salud escolar. En 2020, en los países endémicos se trató con antihelmínticos a más de 436 millones de niños, lo que supone el 42% de la población infantil en riesgo.
La disminución significativa de la cobertura que se observa con respecto al 58% registrado en 2019 se debe al cierre parcial de las infraestructuras utilizadas para administrar comprimidos antihelmínticos durante la pandemia de COVID-19, como las escuelas y las instalaciones donde se organizan campañas de vacunación y días de salud infantil.
El control de la morbilidad causada por S. stercoralis se ha añadido a los objetivos de la OMS para 2030. Este objetivo se puede alcanzar porque, actualmente, hay ivermectina precalificada a un coste asequible. La distribución de ivermectina se puede hacer a través de las plataformas utilizadas para luchar contra otras geohelmintiasis. Se están llevando a cabo intervenciones experimentales para perfeccionar esta estrategia y evaluar su impacto.
Fármacos recomendados por la OMS
Los fármacos que recomienda la OMS —albendazol (400 mg) y mebendazol (500 mg)— son eficaces, baratos y de fácil administración por personas ajenas a la esfera de la salud (por ejemplo, profesores). Han superado amplias pruebas de seguridad y los han tomado millones de personas, causando pocos efectos secundarios y de intensidad leve.
A través de la OMS, se donan albendazol y mebendazol a los ministerios de salud de todos los países endémicos para tratar a todos los niños en edad escolar.
Desde 2021 se puede adquirir ivermectina genérica a buen precio para tratar la infestación por S. stercoralis.
Meta mundial
Se han fijado seis metas mundiales para controlar las geohelmintiasis de aquí a 2030:
1. Alcanzar y mantener la eliminación de la morbilidad de las geohelmintiasis en los niños en edad preescolar y escolar.
2. Reducir el número de comprimidos necesarios para la quimioprofilaxis de las geohelmintiasis.
3. Aumentar los recursos económicos que destinan los países a la quimioprofilaxis de las geohelmintiasis.
4. Establecer un programa eficaz de control de las geohelmintiasis para las adolescentes y las mujeres embarazadas y lactantes.
5. Establecer un programa eficaz para el control de la estrongiloidiasis en los niños en edad escolar.
6. De aquí a 2030, dar acceso universal a, al menos, el saneamiento básico y la higiene en las zonas donde las geohelmintiasis son endémicas.
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