Hepatitis A

  • La hepatitis A es una virosis hepática que puede causar morbilidad de moderada a grave.
  • El virus de la hepatitis A (VHA) se transmite al ingerir alimentos o agua contaminados o por contacto directo con una persona infectada.
  • Casi todos los pacientes se recuperan totalmente y adquieren inmunidad de por vida. No obstante, una proporción muy pequeña de casos pueden fallecer a causa de una hepatitis fulminante.
  • La OMS estima que, en 2016, la hepatitis A provocó aproximadamente 7134 defunciones, una cifra que representa el 0,5 % de la mortalidad debida a las hepatitis víricas.
  • El riesgo de infección por el virus de la hepatitis A se asocia a la falta de agua salubre y a las malas condiciones higiénicas (manos sucias, por ejemplo) y de saneamiento.
  • En los países donde la transmisión a través del agua no es frecuente, se dan brotes entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y entre consumidores de drogas inyectables.
  • Las epidemias pueden ser prolongadas y causar pérdidas económicas considerables.
  • La enfermedad se puede prevenir mediante una vacuna segura y eficaz.
  • El suministro de agua salubre, la inocuidad de los alimentos, las mejoras del saneamiento, el lavado de las manos y la vacunación son los medios más eficaces para luchar contra la hepatitis A. Se puede vacunar a las personas que viajen a países con niveles elevados de infección, a los hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres y a los consumidores de drogas inyectables.

La hepatitis A es una inflamación del hígado debida a la infección por el virus de la hepatitis A (VHA). Este virus se propaga principalmente cuando una persona no infectada (y no vacunada) ingiere agua o alimentos contaminados por heces de una persona infectada. La infección está muy asociada a agua y alimentos insalubres, el saneamiento deficiente, la mala higiene personal y el sexo bucoanal.

A diferencia de las hepatitis B y C, la hepatitis A no causa hepatopatía crónica, pero puede ocasionar síntomas debilitantes y, rara vez, hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda) que a menudo es mortal. La OMS estima que, en 2016, la hepatitis A provocó en todo el mundo aproximadamente 7134 defunciones, una cifra que representa el 0,5% de la mortalidad por hepatitis víricas.

La hepatitis A se presenta esporádicamente y en epidemias de ámbito mundial y tiende a reaparecer periódicamente. El VHA es una de las causas más frecuentes de infecciones de transmisión alimentaria. Las epidemias asociadas a agua o alimentos contaminados pueden aparecer de forma explosiva, como ocurrió con la epidemia registrada en Shanghái en 1988, que afectó a unas 300 000 personas.1 Además, se pueden prolongar mucho y persistir durante meses en la población a través de la transmisión de persona a persona. Los virus causantes subsisten en el medio y pueden resistir a los métodos de inactivación y control de las bacterias patógenas utilizados habitualmente en la producción de alimentos.

La enfermedad puede tener consecuencias económicas y sociales graves en las comunidades. Los pacientes pueden tardar semanas o meses en recuperarse y reanudar sus actividades laborales, escolares o cotidianas. Además, las repercusiones en los establecimientos de restauración donde se ha detectado el virus y en la productividad local en general pueden ser graves.

Distribución geográfica

Se pueden distinguir zonas geográficas de nivel elevado, intermedio o bajo de infección por el VHA. Sin embargo, contraer la infección no significa que se vaya a presentar la enfermedad, pues los niños que se infectan durante la infancia no padecen síntomas visibles.

Zonas con altos niveles de infección

En los países de ingresos bajos y medianos donde las condiciones de saneamiento y las prácticas de higiene son deficientes, la infección es frecuente y la mayoría de los niños (el 90%) la han contraído antes de los 10 años, muy a menudo sin presentar síntomas.2 Las epidemias son poco frecuentes porque los niños mayores y los adultos suelen estar inmunizados. En esas zonas, las tasas de morbilidad son bajas y raramente surgen brotes epidémicos. 

Zonas con bajos niveles de infección

En los países de ingresos altos con buen nivel de saneamiento e higiene las tasas de infección son bajas. La enfermedad puede aparecer en adolescentes y adultos de los grupos de alto riesgo, como los consumidores de drogas inyectables, los hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres y las personas que viajan a zonas de alta endemicidad, así como en algunas poblaciones aisladas, como las comunidades religiosas cerradas. En los Estados Unidos de América se han registrado grandes brotes entre las personas sin hogar.

Zonas con niveles intermedios de infección

En los países de ingresos medianos y las regiones donde el saneamiento no siempre es idóneo, los niños eluden a menudo la infección durante la primera infancia y llegan a la edad adulta sin inmunidad. Paradójicamente, esas mejoras de la situación económica y del saneamiento pueden traducirse en un aumento en el número de adultos que nunca se han infectado y que carecen de inmunidad. Esta mayor vulnerabilidad en los grupos de más edad puede aumentar las tasas de morbilidad y producir grandes brotes epidémicos.

Transmisión

El VHA se transmite principalmente por vía fecal-oral; es decir cuando una persona no infectada ingiere agua o alimentos contaminados por heces de una persona infectada. En las familias, esto puede ocurrir a través de la suciedad de las manos de la persona encargada de cocinar. La transmisión hídrica no es frecuente, pero cuando ocurre suele estar relacionada con la contaminación por aguas residuales o el abastecimiento de agua insuficientemente tratada.

El virus también puede transmitirse por contacto físico estrecho con una persona infectada —por ejemplo, mediante el sexo bucoanal—, pero no se propaga por contactos ocasionales.

Síntomas

El periodo de incubación de la hepatitis A suele ser de unos 14 a 28 días.

Los síntomas tienen carácter de moderado o grave y comprenden fiebre, malestar, pérdida de apetito, diarrea, náuseas, molestias abdominales, coloración oscura de la orina e ictericia (coloración amarillenta de la piel y la esclerótica ocular). Los infectados no siempre presentan todos esos síntomas.

Los adultos presentan signos y síntomas con mayor frecuencia que los niños. De hecho, la gravedad y la mortalidad de la enfermedad aumentan con la edad. Los menores de seis años infectados no suelen experimentar síntomas apreciables, y solo el 10% muestran ictericia. Entre los niños más mayores y los adultos, la infección suele causar síntomas más graves, con ictericia en más del 70% de los casos. A veces la hepatitis A puede recidivar; ello significa que una persona que acaba de recuperarse puede caer enferma de nuevo con otro episodio agudo, aunque por lo general se recupera.

¿Quiénes corren riesgo?

Cualquier persona que no se haya vacunado o infectado puede contraer la hepatitis A. En las zonas donde el virus está extendido (zonas de alta endemicidad), la mayoría de las infecciones se producen durante la primera infancia. Entre los factores de riesgo cabe citar los siguientes:

  • saneamiento deficiente;
  • falta de agua salubre;
  • convivencia con una persona infectada;
  • relaciones sexuales con una persona con infección aguda por VHA;
  • consumo de drogas recreativas;
  • sexo entre hombres;
  • y viajes a zonas de alta endemicidad sin inmunización previa.

Diagnóstico

Los casos de hepatitis A son clínicamente indistinguibles de otros tipos de hepatitis víricas agudas. El diagnóstico específico se establece mediante la detección en la sangre de anticuerpos IgM o IgG anti-VHA. Otra prueba utilizada es la reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa (RT-PCR), que detecta el ARN del VHA, pero normalmente se realiza solo en laboratorios especializados.

Tratamiento

No hay ningún tratamiento específico para la hepatitis A. Los síntomas pueden remitir lentamente, a lo largo de varias semanas o meses. Lo más importante es evitar medicamentos innecesarios. No se deben administrar antieméticos ni paracetamol.

La hospitalización es innecesaria en ausencia de insuficiencia hepática aguda. El tratamiento persigue el bienestar y el equilibrio nutricional del paciente, incluida la rehidratación tras los vómitos y diarreas.

Prevención

La mejora del saneamiento, la inocuidad de los alimentos y la vacunación son las medidas más eficaces para combatir la hepatitis A.

La propagación de la hepatitis A puede reducirse mediante:

  • un abastecimiento adecuado de agua potable;
  • la eliminación correcta de las aguas residuales de la comunidad; y
  • las prácticas de higiene personal, como lavarse regularmente las manos antes de comer y después de ir al baño.

Hay varias vacunas inyectables inactivadas contra la hepatitis A disponibles a nivel internacional. Todas ellas son similares en cuanto a la protección conferida y a sus efectos colaterales. No hay ninguna vacuna aprobada para emplearse en niños menores de 1 año. En China también hay disponible una vacuna atenuada de virus vivos.

Al cabo de un mes de haber recibido una sola dosis de la vacuna, casi el 100% de las personas llegan a niveles protectores de anticuerpos. Incluso después de la exposición al virus, una dosis de la vacuna dentro de las dos semanas posteriores al contacto surte efectos protectores. Aun así, los fabricantes recomiendan administrar dos dosis para garantizar una protección a más largo plazo, de entre cinco y ocho años.

Millones de personas han recibido vacunas inyectables inactivadas contra la hepatitis A sin haber presentado eventos adversos graves. La vacuna se puede incluir en los programas habituales de inmunización infantil y junto con las vacunas que se administran a los viajeros.

Actividades de inmunización

La vacunación contra la hepatitis A debe formar parte de un plan integral de prevención y control de las hepatitis víricas. Para planificar programas de inmunización a gran escala se han de realizar evaluaciones económicas detenidas y prever métodos alternativos o adicionales de prevención, como mejoras del saneamiento y educación para la salud a fin de mejorar las prácticas de higiene.

La decisión de incluir o no la vacuna en la inmunización sistemática infantil depende del contexto local. Hay que tener en cuenta la proporción de personas vulnerables en la población y el nivel de exposición al virus. En general, los países con endemicidad intermedia son los que más se benefician de la inmunización universal de los niños. En cambio, los países con endemicidad baja pueden considerar la posibilidad de vacunar a los adultos de alto riesgo. El uso de la vacuna es limitado en los países muy endémicos, pues la mayoría de los adultos gozan de inmunidad natural.

A mayo de 2019, 34 países incluían la vacuna contra la hepatitis A en la vacunación sistemática de los niños en determinados grupos de riesgo, o tenían previsto introducirla.

Aunque muchos países aplican la pauta de dos dosis de vacuna inactivada, otros pueden plantearse incluir una sola dosis de esta vacuna en sus calendarios de vacunación. Algunos países recomiendan también que se vacune a las personas con más riesgo de contraer la hepatitis A, entre ellas:

  • los consumidores de drogas recreativas;
  • las personas que viajan a países en los que el virus es endémico;
  • los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres; y
  • las personas con hepatopatía crónica, debido a su mayor riesgo de presentar complicaciones graves en caso de infección por el VHA.

En cuanto a la inmunización como respuesta a los brotes, en las recomendaciones para la vacunación contra la hepatitis A deben tenerse en cuenta las circunstancias de cada lugar. En concreto se debe considerar la viabilidad de emprender rápidamente una campaña de vacunación generalizada.

La vacunación para controlar los brotes comunitarios es más eficaz en las comunidades pequeñas, cuando la campaña se inicia tempranamente y cuando se alcanza una alta cobertura en varios grupos de edad. La vacunación se debe complementar con educación para la salud a fin de mejorar el saneamiento, las prácticas de higiene y la inocuidad de los alimentos.

Respuesta de la OMS

En mayo de 2016, la Asamblea Mundial de la Salud adoptó la primera Estrategia Mundial del Sector de la salud contra las Hepatitis Víricas 2016-2021. En dicha Estrategia, cuyas metas están alineadas con las de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se destaca el papel fundamental de la cobertura sanitaria universal. El objetivo último de la estrategia es eliminar las hepatitis víricas como problema de salud pública, para lo cual se fijan las metas mundiales de reducir las nuevas infecciones por virus de la hepatitis en un 90% y la mortalidad por las enfermedades que causan en un 65% para 2030. En la Estrategia se definen las medidas que han de adoptar los países y la Secretaría de la OMS para alcanzar las metas antedichas.

Para ayudar a los países a avanzar hacia el logro de las metas mundiales de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible referidas a las hepatitis la OMS trabaja en las esferas siguientes:

  • sensibilización, promoción de alianzas y movilización de recursos;
  • formulación de políticas de base científica y compilación de datos para la acción;
  • incremento de las equidades en materia de salud dentro de la respuesta a las hepatitis;
  • prevención de la transmisión; y
  • ampliación de los servicios de detección, asistencia y tratamiento.

La OMS ha publicado un informe sobre los progresos realizados contra la infección por el VIH, las hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual 2021, en el que se resumen los avances conseguidos hacia la eliminación de esas infecciones. Asimismo, se presentan estadísticas mundiales sobre las hepatitis víricas B y C, las tasas de nuevas infecciones, la prevalencia de las infecciones crónicas y la mortalidad causada por estos dos virus que ocasionan una elevada morbimortalidad, así como la cobertura de las intervenciones más importantes para contrarrestarlas, según la evaluación de finales de 2020.  Desde 2011 la OMS organiza, junto con los gobiernos de los países, la sociedad civil y sus asociados, campañas anuales con motivo del Día Mundial contra la Hepatitis (una de las nueve campañas de salud anuales emblemáticas de la Organización) para aumentar la concienciación y los conocimientos acerca de las hepatitis víricas. El Día Mundial contra la Hepatitis se celebra el 28 de julio por ser el día del nacimiento del Dr. Baruch Blumberg, el científico laureado con el Premio Nobel que descubrió el virus de la hepatitis B e inventó una prueba diagnóstica y la vacuna para contrarrestarlo.

Para el Día Mundial contra la Hepatitis 2021, la OMS se centra en el lema «La hepatitis no puede esperar» para poner de relieve la urgencia de eliminar la hepatitis con el fin de alcanzar las metas de eliminación fijadas para 2030. Los mensajes principales están relacionados con las recientes estimaciones de la carga mundial y regional y la mortalidad de las hepatitis víricas y los mensajes prioritarios para validar la eliminación de la hepatitis como amenaza de salud pública para 2030.