En 2015, el 39% de la población mundial (2900 millones de personas) utilizaba un servicio de saneamiento gestionado de forma segura —es decir, sus excrementos se eliminaban de forma segura in situ o se sometían a tratamiento en otro lugar.
El 27% de la población mundial (1900 millones de personas) utilizaba instalaciones privadas de saneamiento conectadas al alcantarillado, desde el cual se trataban las aguas residuales.
El 13% de la población mundial (900 millones de personas) utilizaba inodoros o letrinas en los que se eliminaban los excrementos in situ.
El 68% de la población mundial (5000 millones de personas) utilizaba al menos un servicio básico de saneamiento.
2300 millones de personas siguen sin tener instalaciones de saneamiento básicas como inodoros o letrinas que no estén compartidas con otras familias.
De ellas, 892 millones todavía defecan al aire libre, por ejemplo en alcantarillas, detrás de arbustos o en masas abiertas de agua.
Se estima que al menos el 10% de la población mundial consume alimentos regados con aguas residuales.
Se calcula que la superficie de tierras de cultivo en las zonas periurbanas regadas principalmente con aguas residuales urbanas se eleva aproximadamente a 36 millones de hectáreas (equivalente al tamaño de Alemania).
Un saneamiento deficiente va asociado a la transmisión de enfermedades como el cólera, la diarrea, la disentería, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y la poliomielitis, y agrava el retraso del crecimiento.
Un saneamiento deficiente reduce el bienestar humano y el desarrollo social y económico debido a sus repercusiones, como la ansiedad, el riesgo de padecer agresiones sexuales y la pérdida de oportunidades educativas.
Se estima que el saneamiento deficiente es la causa de 280 000 muertes por diarrea cada año y que es un importante factor subyacente a varias enfermedades tropicales desatendidas, como las lombrices intestinales, la esquistosomiasis y el tracoma. Las malas condiciones de saneamiento también contribuyen a la malnutrición.
Introducción
En 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció que el acceso al agua potable salubre y limpia y al saneamiento es un derecho humano y pidió que se realizaran esfuerzos internacionales para ayudar a los países a proporcionar agua potable e instalaciones de saneamiento salubres, limpias, accesibles y asequibles.
En la meta 6.2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se insta a lograr el acceso a servicios de saneamiento adecuados y equitativos para todos. El seguimiento de la meta se realiza mediante el indicador de «servicios de saneamiento gestionados de manera segura», es decir, el uso de instalaciones de saneamiento mejoradas no compartidas con otros hogares en las que los excrementos se tratan in situ de manera segura o bien se transportan y se tratan en otro lugar.
Saneamiento y salud
Unas 842 000 personas de países de ingresos bajos y medianos mueren cada año como consecuencia de la insalubridad del agua y de un saneamiento y una higiene deficientes. Estas muertes representan el 58% del total de muertes por diarrea. Se considera que un saneamiento deficiente es la principal causa de unas 280 000 de estas muertes.
La diarrea sigue siendo una de las principales causas de muerte, pero es en gran medida prevenible. La mejora de la calidad del agua, de las instalaciones de saneamiento y de la higiene podría prevenir cada año la muerte de unos 361 000 niños menores de 5 años.
La defecación al aire libre perpetúa un círculo vicioso de enfermedad y pobreza. Los países en que la defecación al aire libre está más extendida registran el mayor número de muertes de niños menores de cinco años, así como los niveles más altos de malnutrición y pobreza y grandes disparidades en relación con la riqueza.
Beneficios de la mejora del saneamiento
Los beneficios de la mejora del saneamiento se extienden más allá de la reducción del riesgo de diarrea. Estos beneficios incluyen:
la reducción de la propagación de las lombrices intestinales, la esquistosomiasis y el tracoma, enfermedades tropicales desatendidas que provocan sufrimiento a millones de personas;
la reducción de la gravedad y las consecuencias de la malnutrición;
la promoción de la dignidad y el aumento de la seguridad, especialmente entre las mujeres y las niñas;
la promoción de la asistencia a la escuela: la asistencia de las niñas a la escuela se ve potenciada especialmente por el establecimiento de instalaciones de saneamiento separadas.
el potencial de recuperación de agua, energía renovable y nutrientes de los desechos fecales.
En un estudio de la OMS de 2012 se calcula que cada dólar invertido en saneamiento produce un rendimiento de US$ 5,50, traducido en menores costos de atención de salud, más productividad y menos muertes prematuras.
Desafíos
En 2013, el Subdirector General de las Naciones Unidas hizo un llamamiento en materia de saneamiento que incluía la eliminación de la defecación al aire libre para 2015. El logro del acceso universal a una fuente básica de agua potable parece posible, pero el acceso universal a instalaciones de saneamiento básicas requerirá esfuerzos adicionales.
La situación de los pobres en zonas urbanas plantea un desafío creciente, ya que estas personas viven cada vez más en megalópolis en las que los sistemas de alcantarillado son deficientes o inexistentes y donde escasean los aseos con inodoro y las instalaciones de eliminación de residuos. Las desigualdades en el acceso se ven agravadas cuando las aguas residuales de los hogares más ricos se vierten en desagües pluviales, cursos de agua o vertederos y contaminan las zonas residenciales pobres.
No existen muchos datos fiables al respecto, pero las estimaciones apuntan a que hasta el 90% de las aguas residuales en los países en desarrollo se vierten parcialmente tratadas o sin tratar directamente a ríos, lagos u océanos.
Las aguas residuales se consideran cada vez más como un recurso que proporciona agua y nutrientes seguros para la producción de alimentos con el fin de alimentar a las crecientes poblaciones urbanas. Sin embargo, ello exige:
prácticas de gestión que garanticen que las aguas residuales sean suficientemente tratadas y reutilizadas en condiciones de salubridad;
supervisión y reglamentación institucionales;
campañas de información pública para informar a la población sobre el uso de las aguas residuales.
Respuesta de la OMS
Como autoridad internacional en materia de salud pública, la OMS encabeza los esfuerzos mundiales por prevenir la transmisión de enfermedades y asesora a los gobiernos acerca de las reglamentaciones relativas a la salud.
En lo que respecta al saneamiento, la OMS vigila la carga mundial de enfermedad y el nivel de acceso a instalaciones de saneamiento, además de analizar los factores que facilitan u obstaculizan los progresos. Gracias a dicha vigilancia, los Estados Miembros y los donantes disponen de datos mundiales que les ayudan a decidir cómo invertir para proporcionar inodoros y garantizar la gestión segura de las aguas residuales y los excrementos.
La OMS colabora con los asociados para promover prácticas eficaces de gestión y evaluación de riesgos relativas al saneamiento en las comunidades y los centros sanitarios por medio de las directrices de la OMS sobre saneamiento y salud, uso seguro de las aguas residuales, calidad de las aguas recreativas y promoción de la planificación para la seguridad del saneamiento. La OMS también apoya la colaboración entre el programa WASH y los programas de salud que se ocupan, por ejemplo, de las enfermedades tropicales desatendidas, el cólera, la poliomielitis y la resistencia a los microbianos.
Planificación de la seguridad del saneamiento
La OMS, el UNICEF y otros asociados están aplicando un plan de acción mundial para poner fin a las muertes infantiles prevenibles por neumonía y diarrea de aquí a 2025. El objetivo es cumplir varias metas en materia de prevención y tratamiento, incluida la promoción del acceso universal al agua potable y a instalaciones de saneamiento e higiene en los establecimientos de atención de salud y en los hogares para 2030.
Poner fin a las muertes infantiles prevenibles por neumonía y diarrea de aquí a 2025 - en inglés
El aumento del número de personas con acceso a un saneamiento mejorado, combinado con la administración de quimioprofilaxis, también forma parte de las cinco estrategias mundiales de salud pública para controlar y eliminar enfermedades tropicales desatendidas.
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