«Tecnología de asistencia» es una expresión genérica que designa todos los sistemas y servicios relacionados con la utilización de productos de asistencia y la prestación de servicios al respecto.
Los productos de asistencia sirven para mantener o mejorar la autonomía de una persona y su capacidad para manejarse, con lo que promueven su bienestar.
Audífonos, sillas de ruedas, elementos de apoyo a la comunicación, gafas, prótesis, pastilleros o recordatorios son otros tantos ejemplos de productos de asistencia.
En todo el mundo hay más de 1000 millones de personas que necesitan por lo menos un producto de asistencia.
Habida cuenta del envejecimiento de la población mundial y de la progresión de las enfermedades no transmisibles, para 2050 habrá más de 2000 millones de personas que necesiten como mínimo un producto de asistencia, y muchas personas mayores a las que hagan falta 2 o más de estos productos.
A día de hoy, solo una de cada 10 personas que necesitan algún producto de asistencia tiene acceso a él.
La tecnología de asistencia permite a las personas llevar una vida sana, productiva, independiente y digna y tomar parte en la educación, el mercado laboral y la vida social. La tecnología de asistencia reduce la necesidad de servicios oficiales de salud y apoyo y de atención crónica, así como la carga de trabajo que recae en los cuidadores. A falta de esta tecnología, ciertas personas suelen verse excluidas, aisladas y sumidas en la pobreza, lo que hace más gravosas las consecuencias de una enfermedad o discapacidad para la propia persona, su familia y la sociedad.
A día de hoy, solo una de cada 10 personas que la necesitan tiene acceso a tecnología de asistencia, debido a su elevado coste, a la escasa sensibilización sobre el tema y a la falta de existencias, de personal formado, de políticas en la materia y de financiación.
¿Quién puede beneficiarse de la tecnología de asistencia?
Las personas que más la necesitan son:
las personas con alguna discapacidad;
las personas mayores;
las personas aquejadas de enfermedades no transmisibles, como diabetes o accidente cerebrovascular;
las personas con trastornos de salud mental, entre ellos la demencia y el autismo; y
las personas afectadas de deterioro funcional progresivo.
Salud, bienestar y beneficios socioeconómicos
La tecnología de asistencia puede no solo repercutir positivamente en la salud y el bienestar de una persona y sus familiares, sino también deparar beneficios socioeconómicos de orden más general. Por ejemplo:
el uso apropiado de audífonos por parte de niños pequeños se traduce en mejores aptitudes lingüísticas, sin las cuales una persona con pérdida de audición ve sustancialmente disminuidas las oportunidades de educación y empleo; 1
el uso de sillas de ruedas manuales facilita el acceso a la educación y el empleo, a la vez que reduce los gastos de atención sanitaria porque aminora el riesgo de úlceras de decúbito y contracturas;
la tecnología de asistencia hace posible que las personas mayores puedan seguir viviendo en casa y retrasa o previene la necesidad de atención crónica; 2
el calzado terapéutico para los diabéticos reduce la incidencia de úlceras podales, lo que previene amputaciones de las extremidades inferiores y reduce así la carga que todo ello impone a los sistemas de salud. 3
Necesidades mundiales no cubiertas de tecnología de asistencia
En todo el mundo hay un gran número de personas que necesitan tecnología de asistencia pero no tienen acceso a ella. Valgan los siguientes ejemplos para ilustrar las necesidades mundiales no cubiertas en la materia:
200 millones de personas con discapacidad visual carecen de acceso s dispositivos para mejorar la visión.
75 millones de personas necesitan silla de ruedas, pero solo entre el 5% y el 15% de ellas disponen de una.
466 millones de personas que padecen pérdida de audición, pero la producción actual de audífonos satisface menos del 10% de las necesidades mundiales.
Hay una gran escasez de trabajadores en el ámbito de la tecnología de asistencia: más del 75% de los países de ingresos bajos carecen de programas de formación en prótesis y ortesis.
Los países con mayor prevalencia de problemas de salud relacionados con discapacidades tienden a ser aquellos donde hay un menor contingente de trabajadores sanitarios capacitados para ofrecer tecnología de asistencia (apenas 2 profesionales por cada 10 000 habitantes).4
En los países de ingresos bajos, una de las principales razones por las que las personas que los necesitan no disponen de productos de asistencia es que su precio no resulta asequible.5
Dificultades
Relacionadas con las políticas
Muy pocos países cuentan con una política o un programa nacional de tecnología de asistencia. En numerosos países, el sector público ofrece escaso o nulo acceso a esta tecnología.
Incluso en países de ingresos altos, los productos de asistencia están a menudo racionados o excluidos de los sistemas de salud o protección social, lo que obliga a usuarios y familiares a desembolsar directamente fuertes sumas.
En varios países europeos, por ejemplo, el Estado aplica la política de proporcionar solo un audífono a las personas mayores, pese a que la mayoría de aquellos que sufren pérdida de audición ligada a la edad necesitan 2 audífonos para funcionar.
Relacionadas con los productos
En la actualidad, la industria de la tecnología de asistencia está limitada y especializada, y atiende principalmente a mercados de altos ingresos. No solo hay falta de financiación pública, sino también de sistemas nacionales de prestación de servicios, de actividades de investigación y desarrollo centradas en el usuario, de sistemas de compras, de normas de calidad y seguridad y de productos cuyo diseño esté adaptado al contexto.
Relacionadas con el suministro
En los países de ingresos altos los servicios suelen funcionar aisladamente o estar atomizados. Las personas deben asistir a numerosas consultas en diferentes lugares, lo que resulta costoso y agrava la carga que ello supone tanto para los usuarios y cuidadores como para los presupuestos de salud y de servicios sociales.
Muchos países de ingresos bajos o medianos carecen de un servicio nacional que ofrezca productos de asistencia. Quienes pueden permitírselo los adquieren directamente en una farmacia, una clínica privada o un taller.
Las personas de los estamentos más pobres de la sociedad dependen necesariamente de donaciones (siempre aleatorias) o de servicios caritativos, que a menudo privilegian la entrega de grandes cantidades de productos usados o de mala calidad. Estos productos, en general inadaptados al usuario o el contexto, no se acompañan de mecanismos de reparación o seguimiento. En los programas de respuesta a situaciones de emergencia se dan también este tipo de situaciones.
Relacionadas con el personal
Es esencial que el personal de salud esté capacitado para prescribir productos de asistencia, adaptarlos, instruir al usuario en su utilización y hacer el seguimiento. Cuando se incumplen estas condiciones básicas, lo habitual es que los productos de asistencia resulten inoperantes o que el usuario los abandone, e incluso puede ocurrir que provoquen daños físicos (como sucede cuando se entregan sillas de ruedas sin cojines que alivien la presión a personas con una lesión de médula espinal).
La tecnología de asistencia dentro de la cobertura sanitaria universal
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible sitúa la buena salud y el bienestar en el centro de una nueva visión del desarrollo y hace hincapié en la cobertura sanitaria universal para garantizar un desarrollo sostenible para todos, de modo que cualquiera pueda, en cualquier lugar, acceder a los servicios de salud que necesita sin tener que hacer frente a dificultades económicas.
La cobertura sanitaria universal solo podrá avanzar de forma inclusiva si la población puede acceder a productos de asistencia cuando los necesite y allí donde los necesite.
Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ofrecer cobertura sanitaria universal y aplicar la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad, ratificada por 177 países, es imprescindible que se aborden las necesidades desatendidas en materia de productos de asistencia.
«No dejar atrás a nadie» significa velar por que las personas con discapacidades, la población de más edad y los afectados por enfermedades crónicas sean incluidos en la sociedad y se les permita vivir una vida saludable y digna.
Respuesta de la OMS
La OMS coordina la iniciativa de cooperación mundial en lo relativo a tecnologías de asistencia (GATE), que tiene por objetivo mejorar el acceso de todos, y en todo lugar, a tecnología de asistencia asequible y de buena calidad. La iniciativa GATE está elaborando cuatro herramientas prácticas para ayudar a los países a superar las mencionadas dificultades.
Para la OMS, la iniciativa GATE constituye un avance concreto hacia el cumplimiento de los objetivos fijados en la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad, así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y hacia la consecución de la cobertura sanitaria universal.
La iniciativa GATE reforzará la estrategia mundial de la OMS relativa a servicios de salud integrados y centrados en la persona durante todo el ciclo vital, así como sus planes de acción sobre enfermedades no transmisibles, envejecimiento y salud, discapacidad y salud mental.
- Log in to post comments
- 1 view